El “hermano” incómodo
Entre los males heredados del anterior sexenio con los cuales Sheinbaum ha debido apechugar está el de personajes relacionados muy de cerca con quien la precedió en el cargo...

De política y cosas peores
Antes Tabasco era un edén. Ahora es un Adán. ¡Carajo, qué manera de empezar un texto! Si hay juegos de palabras pésimos ése es más pior, como se dice en el Potrero. No obstante me sirve para hablar de la herencia que la presidenta Sheinbaum recibió de su nefasto antecesor. Talentosa mujer es ella, y seguramente reniega en su fuero interno de los innumerables problemas que López Obrador le dejó al término de su gestión, que fue más bien indigestión. (¡Uta, otro deplorable juego de palabras!). Entre los males heredados del anterior sexenio con los cuales Sheinbaum ha debido apechugar está el de personajes relacionados muy de cerca con quien la precedió en el cargo, uno de ellos Adán Augusto López, a quien alguna vez AMLO llamó “hermano”. Dado ese parentesco, la Presidenta no puede tocar a quien es ahora señalado por sus estrechos vínculos con Hernán Bermúdez, secretario de Seguridad cuando aquel López gobernó Tabasco, y que ahora afronta acusaciones de haber sido parte de la criminalidad en vez de combatirla. Lejos de mí la temeraria idea de decir que la 4T y Morena son un cochinero, pero voces autorizadas aseguran que todos los indicios apuntan a ese rumbo. Por lo pronto el ex secretario de Gobernación se escurre; su actitud, si no vergonzosa, es vergonzante; anda que no lo calienta ni el tabasqueño sol, y se ha convertido en problema grande para Claudia Sheinbaum. La verdad es que el País ha caído en manos de una camarilla formada por entes que a la corrupción añaden la ineficiencia, y que la mandataria se ve obligada a tolerar, y en ocasiones aun a defender, porque forman la corte del que en Palenque sigue apalancado. ¡Uf, otro lamentable juego de palabras! Mejor aquí suspendo el comentario. Tabu Larrasa se llamaba, y sufría mucho porque natura se mostró avara con ella en la comarca pectoral. “Una mujer sin busto es como una cama sin almohada”. Eso lo dijo el escritor francés Anatole France. Cierto día Tabu encontró en el desván de su casa una lámpara de forma extraña. La frotó para limpiarla, y apareció un genio. Le dijo a Tabu: “Te concederé un deseo”. Ella le pidió que le agrandara el busto. “Hecho -replicó el genio-. Cada vez que un hombre te diga: ‘Perdón’ el busto te crecerá una pulgada”. Esa tarde un peatón la rozó al pasar. “Perdón” -se disculpó. Tabu sintió que le crecía el busto, y se alegró. En el centro comercial un hombre hizo que se le cayera la bolsa que llevaba. “Perdón” -le dijo. Tabu, feliz, sintió que el busto le crecía más. Fue a un restaurante, y el mesero tropezó con ella. Le dijo: “Mil perdones”. Al día siguiente apareció una nota en el periódico: “Mesero es aplastado contra la pared”. El padre Arsilio quiso aprender a jugar golf, pues a su edad ya podía darse el lujo de perder el tiempo, esa sabia virtud que ponderó Leduc. Hizo que una monjita lo acompañara en su recorrido por el campo, pues no gustaba de caminar solo. En el primer swing no acertó a darle a la pelota. “¡Jod…! -exclamó airado-. ¡Fallé el tiro!”. “No maldiga, padre -lo reprendió la sor-. Puede caerle un rayo del cielo”. Volvió a hacer el intento el padre Arsilio, y nuevamente erró. “¡Jod…! -profirió otra vez-. ¡Fallé el tiro!”. Otra vez lo amonestó la reverenda. “No maldiga de ese modo, padre. Puede caerle un rayo celestial”. No se disculpó el sacerdote. De nueva cuenta tiró, y de nuevo erró. Otra vez la iracunda exclamación: “¡Jod…! ¡Fallé el tiro!”. En eso se abrieron las nubes y un espantoso rayo descendió del cielo. Pero no le cayó al cura: Le cayó a la monjita. En lo alto se escuchó una majestuosa voz e irritada voz: “¡Jod…! ¡Fallé el tiro!”. FIN.
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