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María enloqueció a dos hombres, pero la verdadera locura era otra

Dos problemas tiene la vida: No conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Juan Tonelli

Historias demasiado humanas

Lo llevaron a recorrer el instituto siquiátrico como parte de su formación. El director lo guiaba por pasillos largos, silenciosos y acolchados. Detrás de cada puerta había un mundo, o lo que quedaba de él. En una sala, un hombre con chaleco de fuerza gritaba desesperadamente: “¡María! ¡María!”. El estudiante, conmovido, le preguntó al director qué le pasaba. “Ese pobre tipo se enamoró de María, y María no le dio bola”, respondió el director, casi con resignación.

Siguieron caminando. Más salas. Más gritos. Más silencios. Hasta que en otra habitación apareció otro hombre, también atado, también desbordado, también gritando: “¡María! ¡María!”. El estudiante volvió a preguntar: “¿Este también se enamoró de María?”. Y el director, sin cambiar el tono, contestó: “Sí. Pero a este María sí le dio bola”.

Dos problemas tiene la vida: No conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos, podría ser la moraleja de este cuento que con cierto humor negro revela algo profundamente humano: La ilusoria idea de que cuando lo consigamos, entonces estaremos bien, por fin seremos felices. El problema no es desear, sino esperar que el deseo nos salve. Que nos complete, que nos haga dejar de sentir miedo, vacío, soledad. Como si conseguir eso que anhelamos fuera a hacernos por fin “estar bien”.

Y entonces, si no lo conseguimos, nos frustramos. Y si lo conseguimos… a veces también. Es como un espejismo: Te hace correr por el desierto con la lengua afuera y, cuando llegas, te deja más sediento.

Por eso María enloqueció a los dos. Al que la perdió, y al que la tuvo. Porque la locura estaba en lo que proyectaron sobre ella, en la idea de que su amor iba a ser la salvación.

Jim Carrey lo expresó sabiamente cuando, en una entrega de premios, lo presentaron como “el dos veces ganador del Globo de Oro Jim Carrey”. Y él, con esa sonrisa que mezcla genio y tragedia, respondió:

“Ya sabes, cuando voy a dormir por la noche, no soy sólo un tipo que se va a dormir para tener un merecido descanso: Soy “el dos veces ganador del Globo de Oro Jim Carrey,”. Y cuando sueño, no sólo sueño cualquier sueño viejo. No señor. Sueño con ser Jim Carrey, tres veces ganador del Globo de Oro. Porque entonces sería suficiente. Finalmente sería verdad. Y podría detener esta terrible búsqueda”.

Siguieron risas y aplausos, pero detrás de ese show mediático flotaba una verdad incómoda: La búsqueda insaciable de una validación más, un logro más, un título más, una persona más que nos mire y nos diga que ahora sí, ahora por fin somos alguien.

Carrey, con dos Globos de Oro, millones de dólares y fama mundial, confiesa -en broma, pero muy en serio- que sueña con ganar uno más. Porque en el fondo, ni siquiera todo eso alcanza. Nunca alcanza.

¿Qué queda de uno cuando ya no hay nada que alcanzar? ¿Y si todo ese movimiento -esa búsqueda incansable de éxito, de riqueza, de reconocimiento- no fuera otra cosa que un intento desesperado por no estar en silencio con uno mismo? ¿Y si el deseo no fuera una brújula, sino un ruido? ¿Una forma sutil, elegante, socialmente aceptada… de huir?

Hay deseos que nos extravían. Que nos hacen actuar como si la vida fuera una prueba constante que debemos aprobar.

Pero también hay otros deseos que no se exhiben ni se tuitean. Los que a veces no se saben decir, pero que se sienten como un llamado interior. No siempre son “lindos” ni “exitosos”, pero tienen sentido. Son esos que, cuando los seguimos, incluso en medio del cansancio, sentimos que estamos donde tenemos que estar.

Tal vez el problema nunca fue María. Ni tenerla ni perderla. Quizás el problema es pensar que hay algo -una persona, un logro, una imagen de nosotros mismos-, que va a dejarnos en paz.

Tal vez el desafío no es conseguir lo que queremos sino aprender a estar bien con lo que tenemos. Porque el deseo que nace del vacío no se sacia nunca. Se disfraza de futuro pero en realidad es pasado sin resolver.

¿Y tú? ¿Cuáles son esas obsesiones que te están arruinando la vida?

CV: Autor de “Un elefante en la habitación”, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar. Conferencista.

www.youtube.com/juantonelli

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