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Crisis de vivienda

Millones de mexicanos viven en habitáculos misérrimos, y aun quienes pertenecen a la clase media batallan para pagar los alquileres de sus casas o para hacerse de una más o menos digna.

. Catón

Cierta señora de madura edad le pidió al doctor una receta para píldoras anticonceptivas. Le indicó el facultativo: “A sus años no las necesita”. Ya lo sé -replicó la visitante-. Pero esas píldoras me ayudan a dormir mejor”. “¿Cómo puede ser eso? -se asombró el galeno-. Las píldoras anticoncepcionales no contienen ningún ingrediente somnífero o tranquilizante”. “También lo sé -repitió la señora-. Pero se las doy a mi hija cuando va a salir con su novio ¡y viera usted qué bien duermo!”. “Las aves del campo tienen sus nidos, y los zorros sus madrigueras, pero el hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. En materia bíblica, lo mismo que en todas las demás materias, soy un lego. Acerca de lo inmaterial mi ignorancia es aún mayor. Por eso no puedo decir el libro, capítulo y versículo que corresponden a esa cita. Durante siglos la Iglesia Católica nos prohibió a sus fieles la lectura de la Biblia, libro de cabecera para los feligreses de las diversas denominaciones evangélicas. En su lugar se nos enseñaba una asignatura llamada Historia Sagrada, a fin de que por lo menos supiéramos quiénes eran Adán y Eva, Caín y Abel, Noé, Abraham, Moisés y los demás protagonistas de los relatos anteriores a Jesús, con cuya vida y predicaciones estábamos más familiarizados. No obstante mi desconocimiento del sagrado libro me valgo de aquellas palabras para ilustrar mi manifestación en el sentido de que hay en este País una crisis de vivienda. La 4T dio al traste con la política del antiguo régimen en materia de construcción de casas, y aquello del interés social se volvió desinterés. Millones de mexicanos viven en habitáculos misérrimos, y aun quienes pertenecen a la clase media batallan para pagar los alquileres de sus casas o para hacerse de una más o menos digna. Se ha puesto de moda la palabra “gentrificación”, tendencia contra la cual han protestado en estos días algunos sectores vulnerables, y que consiste, según aprendí tras una rápida consulta, en el desplazamiento de los pobladores de una zona urbana por recién llegados con mayor poder adquisitivo. En la CDMX ese fenómeno está dando lugar a peligrosas muestras de xenofobia que a nada bueno pueden conducir. “Primero los pobres”, ha sido uno de los cacareados estribillos de la 4T. En efecto, los más pobres han sido los primeros en resentir las consecuencias de las erradas políticas oficialistas. Las dádivas otorgadas a quienes reciben las pensiones del Gobierno se ven nulificadas por los aumentos generales de precios y por los gastos que la gente debe hacer en renglones como la salud, sistema que igualmente fue afectado en modo radical por las caprichosas decisiones del autócrata que aparentemente se fue a La Chingada, pero que sigue practicando el gerundio. Lo dicho: “Las aves del campo.” etcétera. Tunancio, hombre entregado al vicio y la vagancia, llegó a su domicilio en hora desacostumbrada y halló a su esposa en la indebida compañía de un sujeto. No diré cómo los encontró: La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sólo precisaré que estaban en el lecho conyugal, ambos coritos, es decir desnudos, en pelotier, en cueros. El mitrado marido prorrumpió en inris contra el tipo. Lo menos que le dijo fue cab... “No lo insultes -lo interrumpió su esposa-. Tú no trabajas, y sin embargo comemos mejor que Pedro Haces y sus invitados; vestimos ropa de marca; tenemos dos coches último modelo; vivimos en este departamento de lujo y cada año hacemos dos viajes en crucero. ¿De dónde crees que sale para pagar todo eso? Él me da el dinero”. “¡Ah, caray! -se preocupó Tunancio-. Tápalo, no se nos vaya a resfriar”. FIN.

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