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Atrévete a pensar

Quienes con gran seguridad pontifican sobre su capacidad de lograr bienestar, justicia y progreso para todos, consideran que la libertad de los demás es un obstáculo para lograrlo.

Óscar Serrato

Dostoyevsky en “Los Demonios” en voz de Shigalyev narra: “Mis propios datos me dejan perplejo, y mi conclusión contradice directamente la idea original con la que parto. Partiendo de la libertad ilimitada, llego al despotismo ilimitado. Añadiré, sin embargo, que no hay otra solución al problema social que la mía”.

Predice de manera asombrosa lo que seria el totalitarismo, tan vigente en 1872 como hoy en día. Al capturar las contradicciones del Inquisidor y la esencia corrupta de los revolucionarios nos transporta de aquella Rusia al México de hoy.

Quienes con gran seguridad pontifican sobre su capacidad de lograr bienestar, justicia y progreso para todos, consideran que la libertad de los demás es un obstáculo para lograrlo.

La aspiración de un México unido en torno a un pacto social, elevado a Constitución, con división de poderes bajo un sistema federal debido a quienes hoy gobiernan transita de aquel ideal de libertad ilimitada a un despotismo depredador. La Constitución no es en esencia un mecanismo para eliminar desacuerdos, es un mecanismo para resolverlos sin llegar a punto de quiebre.

El ideal de un Ejecutivo a la par del Legislativo y Judicial el cual se buscó consolidar en las ultimas tres décadas es repudiado desde “la ching…” y Palacio Nacional, para dar paso a un intento de restauración de la dictadura perfecta o la imposición de una oligarquía con vástagos con sangre guinda al frente. No es sorpresa que observamos que a las familias del nuevo régimen todo, al pueblo migajas.

En menos de una década pasamos de enaltecer la libertad de expresión a legislar mecanismos de censura que dejan en estado de indefensión al ciudadano común. Las democracias por definición reconocen la pluralidad de opiniones, los regímenes autoritarios no. Bajo la óptica de quienes hoy gobiernan Trotsky tenía razón al afirmar en 1925: “No se puede tener razón más que dentro del propio partido y mediante él porque la historia no ha acuñado aún otro instrumento con qué tener razón”.

Ante nuestros ojos los mecanismos de defensa se desvanecen vertiginosamente a medida de que la horda cuatroteista arrasa con aquellas instituciones diseñadas para resguardar garantías individuales, federalismo y transparencia. La división de poderes en las próximas semanas dejará de existir, dando paso a un totalitarismo rapaz que para México representa un retroceso a los peores tiempos de la dictadura perfecta. Se cumple tristemente anaciclosis de Polibio hace 21 siglos que anticipaba que las monarquías, en nuestro caso, una Presidencia imperial, degradarían a tiranías. Pasamos de la esperanza y pasos en falso a episodios de opresión y destrucción.

A lo que hoy nos enfrentamos no sólo se trata de divergencia de opiniones, lo cual además de natural es de gran beneficio para una sociedad al crear condiciones para generar consensos y compromisos basados en respeto y tolerancia, nos enfrentamos a que cualesquier opinión contraria a la línea del régimen es desechada, despreciable y con mayor frecuencia suprimida. La tentación de etiquetar a quienes disienten como reaccionarios, malintencionados o enemigos del régimen que sólo buscan avanzar mezquinos intereses pervive en la segunda iteración de una Presidencia cuatroteista. De la denostación y ataque público desde el púlpito presidencial se está dando paso a legislar límites a la conversación pública y publicada, quizás el siguiente paso será crear un Comité de Salvación Pública. Cuando las palabras pierden su significado, tal como sucede en la narrativa de los “extraordinarios” logros oficiales podemos afirmar que son tiempos de locura.

La negación de la realidad como política de Estado continúa al igual la propaganda sobre logros inexistentes. Contrario a lo que la Presidenta y gobernadores declaran, el Estado en materia de seguridad se encuentra en punto de quiebre, los sistemas de salud devastados, las finanzas públicas depredadas, la economía en recesión, militarización en ascenso, corrupción rampante y gobernabilidad cuestionada. No obstante el gran esfuerzo e inversión gubernamental de impulsar su narrativa, la dura realidad es implacable con quienes mienten.

El discurso panglosiano de Sheinbaum y Durazo no aguanta ni el más superficial escrutinio para descubrir que mienten. Los apologistas de ambos seguramente lo justificaran aduciendo a aquellas cualidades entrañables del personaje de Voltaire argumentando que el optimismo extremo representa su mayor cualidad. Es imposible avanzar si no se parte de un diagnóstico claro sobre lo que funciona y lo que no, lo que facilita y lo que impide, los colaboradores que aportan y los que representan un lastre. El cambio de rumbo requiere de reconocer que el deterioro progresivo de la democracia y economía avanza, que el cambio requiere nuevas prácticas, que la soberbia de quienes gobiernan es parte del problema y que su infalibilidad es inexistente.

La historia no puede avanzar en múltiples direcciones al mismo tiempo. La narrativa de la oposición partidista que sueña con capturar el poder reciclando personajes de impresentables credenciales no es atractiva. Kant postulaba “Aude sapere”, atrévete a saber o a pensar por ti mismo. Hoy más que nunca es tiempo de arriesgarnos a pensar y levantar la voz, para ello hay que estudiar, discutir, conciliar, defender y sobre todo respetar aceptando que no vamos a coincidir con todos, partiendo de nuestras diferencias lograremos construir en grande.

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