Hablar de nuevo
...mientras más avanza el desarrollo biotecnológico, la brecha de aprovechamiento entre los de buena y los de no tan buena posición económica se va ensanchando.

¿Habrá algo más humano que devolver el habla a quien la perdió años atrás? La biotecnología no deja de sorprendernos: Se trata de un hombre de 45 años de edad que cinco años después de haber iniciado una enfermedad neurológica que afecta progresivamente los nervios que controlan los movimientos musculares, incluyendo aquellos que controlan el habla, perdió la capacidad de hablar.
Este padecimiento popularmente conocido como “enfermedad de Lou Gehrig” en memoria de aquel primera base de los Yanquis de Nueva York que por su categoría y tesón fue llamado “el caballo de hierro” y que a sus 36 años de edad hubo de abandonar el deporte por verse afectado de tal padecimiento cuyo nombre médico es esclerosis lateral amiotrófica, mismo que -por cierto- llevó a la parálisis motora definitiva a Stephen Hawking, célebre físico teórico y astrofísico británico fallecido en 2018.
Pues bien, a aquel hombre de 45 años, que es el personaje central de este escrito, se le llevó al quirófano para implantarle 256 diminutos electrodos de silicón en la región del cerebro que controla los movimientos de manera que esos minúsculos dispositivos captasen las señales generadas por sus neuronas cuando él intencionalmente piensa lo que quisiera decir pero no puede, sin embargo tales señales eléctricas de su pensamiento son enviadas a una interfase de computadora que, con un retraso de apenas 10 milisegundos y gracias a ciertos algoritmos entrenados a propósito, son procesadas por inteligencia artificial de forma tal que finalmente en el altavoz se escuchan sus propias palabras prácticamente idénticas a como era su voz con una entonación, timbre, modulación e inflexiones propias de sus mejores tiempos y que, incluso, si piensa, por ejemplo en una canción, pues resulta que se escucha tal canción con su misma voz de antes y con la “tonada” y variaciones como él las está pensando: Su pensamiento, pues, es captado por esos electrodos que actúan como un eslabón de interfase para convertirse en palabras audibles pero no con la monotonía de la típica voz “robótica” como la de los audiolibros sino con su voz viva y natural, en este caso no emitida por su boca sino por la computadora.
Así resultó que, cuando este hombre volvió a escuchar su voz tras cinco años de no escucharla por no poder hablar, y la escuchó perfectamente suya como si de hecho saliera de sus cuerdas vocales, tanto él como sus allegados se emocionaron a más no poder.
Realmente, hoy el afectado se escucha a sí mismo y lo escuchan los demás hablar sin hablar y cantar sin cantar en tiempo real y “en vivo y en directo”.
El primer sorprendido y maravillado con este resultado fue él mismo. Este avance supera las modalidades tecnológicas previamente existentes para devolver la comunicación verbal a personas con ésta y otras enfermedades. Esta nueva y original manera de devolver la voz a una persona fue revelada apenas la semana pasada en una publicación científica -“Nature”- y marca un hito en esta materia gracias, en buena medida, a la inteligencia artificial; seguramente este regalo devolverá la comunicación “vocal” a quién sabe cuántas personas más, igualmente necesitadas de esto.
Qué deseable es que a la vez del avance científico que permitió llegar a este nivel de progreso tecnológico pueda ser empatado por un avance en estrategias financieras privadas y públicas que lo pongan al alcance de quienes por sí solos materialmente no puedan hacerlo.
Esto vale mencionarlo hoy toda vez que suele suceder que, mientras más avanza el desarrollo biotecnológico, la brecha de aprovechamiento entre los de buena y los de no tan buena posición económica se va ensanchando.
Es verdad que hay novedades y oportunidades que no alcanzarán para todos pero también es verdad que la brecha del bienestar tecnológico entre unos y otros en lugar de acortarse como se espera en un verdadero desarrollo humano, se ensancha más y más. Algo falla... y no es la tecnología.
Jesús Canale
Médico cardiólogo por la UNAM.
Maestría en Bioética.
jesus.canale@gmail.com
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