Capital y trabajo en la 4T: El mayor logro de AMLO
Es cierto que las cifras de inversión sobre PIB alcanzaron niveles nunca vistos desde los años setenta en 2023.

Amarres
En días, en semanas recientes, varios columnistas, unos afines a la 4T, otros más o menos neutros, han llamado la atención a lo que quizás constituyó el mayor logro del sexenio de López Obrador. Me refiero al cambio significativo en la repartición del PIB entre remuneraciones al capital y al trabajo entre 2018 y 2024. Enrique Quintana y Jorge Zepeda Patterson, entre otros, destacan el incremento de 25% a 31% para las remuneraciones de los asalariados, y la reducción concomitante para el capital. Se trata sin duda de una transformación trascendente, cuya importancia hemos subrayado muchos desde hace años.
El pico en la historia moderna, o en todo caso desde que estas estadísticas existen, se alcanzó en 1976, cuando la parte del producto correspondiente al trabajo sumó 40%, de acuerdo con un trabajo de Norma Samaniego, citado en La Jornada en 2019. Se acercó a sumas equivalentes en 1980, con 38%. Corresponde, por cierto, a los años de mayor nivel del salario mínimo, que llegó a su máximo en 1974-1976. A partir de entonces, la línea descendiente fue constante, con breves alzas en 1993-1994 (34%), y en 2003-2004 (31%). El punto más bajo se dio, justamente, en 2018, con 25% del PIB. Estas cifras nos colocan en una situación inferior a la de varios países latinoamericanos (Brasil, Chile) y europeos (Francia, Alemania, España).
Detrás de estas cifras, sin embargo, yace un problema difícil de ignorar. Justo después de cada uno de los incrementos efímeros, pero reales (1974-1976, 1980-1981, 1993-1994), se produjeron los grandes derrumbes de la economía mexicana, con las crisis de 1976, 1982 y 1994. No sugiero una relación causal entre unos hechos y otros, pero la coincidencia es curiosa, por no decir más.
Por otro lado, el alza durante el primer sexenio de la 4T acompañó al periodo de menor crecimiento económico desde la época de De la Madrid, con una expansión incluso negativa en términos per cápita. Decir que fue culpa de la pandemia es una gran mentira: Todos los sexenios desde Salinas enfrentaron adversidades económicas externas e internas, pero crecieron más que en tiempos de AMLO. Y todo indica que si bien la proporción tan alta de remuneración al trabajo probablemente se prolongue con Claudia Sheinbaum, el crecimiento per cápita también será negativo, por lo menos durante la primera mitad del sexenio.
En una economía cerrada como la de México en 1974-1976, resultó imposible modificar la distribución del PIB de manera drástica sin que la acompañara una caída vertiginosa de la economía. En la economía abierta de hoy, no se han repetido los descalabros de antes, pero no crecimos tampoco. La gran pregunta es si la subida de la parte correspondiente al trabajo -mediante alzas inéditas del salario mínimo y de los salarios promedio- no imposibilita el crecimiento, de modo duradero. Gente mucho más calificada seguramente ya se encuentra estudiando estos temas; la evolución misma de la realidad nos dirá mucho al respecto. Es cierto que las cifras de inversión sobre PIB alcanzaron niveles nunca vistos desde los años setenta en 2023; 80% de la inversión en México suele ser privada. Pero hay algo en todo esto que huele mal: Hay demasiadas coincidencias para no ser escépticos y cuidadosos.
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