El nuevo Atila
La Estatua de la Libertad debería irse a otro país. Trump ha anulado las bellas palabras inscritas en el pedestal del majestuoso monumento que fue ayer el símbolo de la nación americana

De política y cosas peores
El joven Leovigildo casó con Floripondia, mujer de exuberantes prendas físicas. En la noche de bodas ella lo esperaba en el lecho nupcial, dispuesta ya al acto del connubio. Él, sin embargo, vacilaba. Dijo: “Sé lo que tengo que hacer, pero no sé por dónde empezar”. El mayor logro para un varón de 5 años es no hacerse pipí en los pantalones. El mayor logro para un varón de 15 años es tener muchos amigos. El mayor logro para un varón de 25 años es tener muchas amigas. El mayor logro para un varón de 55 años es tener mucho dinero. El mayor logro para un varón de 75 años es tener mucha salud. El mayor logro para un varón de 85 años es no hacerse pipí en los pantalones. Acostada de espaldas sobre la arena de la playa exclamó la bella dama: “¡Qué hermoso el cielo estrellado!”. Replicó el galán que la acompañaba: “No estoy en posición de opinar”. Capronio es un sujeto ruin y desconsiderado. Le preguntó a una linda chica: “¿Sabes qué es lo primero que dicen por la mañana las mujeres vírgenes?”. “No -se desconcertó la muchacha-. No lo sé”. Dijo entonces el bellaco: “Ya me lo sospechaba”. La Estatua de la Libertad debería irse a otro país. Trump ha anulado las bellas palabras inscritas en el pedestal del majestuoso monumento que fue ayer el símbolo de la nación americana: “Dadme a vuestros sojuzgados, a vuestros pobres, a vuestra gente ansiosa de respirar el aire de la libertad; los desdichados de vuestras tierras, los sin hogar sacudidos por la tempestad”. El torpe magnate ha convertido esos generosos términos en expresiones de odio. Su cruel persecución de inmigrantes latinos, especialmente mexicanos, es inhumana por la falta de compasión hacia sus víctimas. No es exagerado comparar los métodos usados por Trump contra los hispanos con la saña de Hitler ante los judíos. Desde que el amarilloso Presidente llegó por segunda vez a la Casa Blanca renové mi juramento de no pisar territorio norteamericano mientras ese hombre desquiciado, xenófobo, racista, discriminador, ocupe el máximo puesto en la nación vecina. Así como cumplí ese voto en su primera Presidencia lo estoy cumpliendo ahora que Trump se muestra más violento y más falto de humanidad, y que al perseguir a los migrantes como lo hace atenta no sólo contra los principios y valores del pueblo norteamericano, sino también contra el interés económico de sus gobernados, que tanto en su vida cotidiana como en lo laboral necesitan la mano de obra de los inmigrantes. Trump es una amenaza para el mundo y para su propio país, que terminará pagando las locuras de ese mal Presidente en la misma forma que nosotros seguimos pagando las de López Obrador. Más de una semejanza tiene AMLO, toda proporción guardada, con el caprichoso, autoritario y demagogo mandatario yanqui. Atila fue llamado “el azote de Dios”. Se pensaba que la divinidad se valía de ese bárbaro para castigar los pecados de los hombres. Barbárico es igualmente Trump. Algo habrán hecho sus conciudadanos, y algo habrá hecho el mundo, para merecer la presencia en él de ese nuevo Atila. Intenso has estado hoy, escribidor. Te conduces como dómine o catedrático amonestador. Es una pena que no seas indígena puro. Si lo fueras podrías despojarte de la toga de magister y cambiarla ya sea por un atavío étnico o por informal atuendo cotidiano: camisa floreada, bermudas, tenis y gorra con la visera atrás. Ea, narra un chascarrillo final que nos aligere el ánimo después de tu ríspida peroración. En su lecho de enfermo el marido habló con su mujer: “Ya voy a pasar a mejor vida. Dime si alguna vez me fuiste infiel”. “¡Ah no! -respondió ella-. ¿Y luego si no pasas?”. FIN.
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