La Guardia Nacional contra los mexicanos
Esperemos que los electores estadounidenses se percaten de que llevaron a la Casa Blanca a un fascista...

De política y cosas peores
Muy mal principio tiene este artículo. Empieza con una declaración altílocua, rimbombante, campanuda, propia de dómine pedante o vanidoso magister. No extrañe tal grandilocuencia: durante 40 años fui maestro, y el oficio de profesor es uno de los muchos cuyo nombre empieza con la letra pe, que acompañan toda la vida a quien alguna vez los ejerció y cuyo sello los marca para siempre: Político, payaso, predicador, poeta, periodista y el de las cuatro letras, entre otros. He aquí esa declaración altisonante: “En Estados Unidos el federalismo sirvió para unir lo que estaba desunido. En México vino a separar lo que estaba unido”. Efectivamente, en la pugna entre el regiomontano Padre Mier, centralista, y mi paisano Miguel Ramos Arizpe, federalista, triunfó aparentemente este último, pero a fin de cuentas se impuso el criterio de fray Servando. El presidencialismo hizo de México lo que todavía es: Un país centralista en el cual la supuesta soberanía de los Estados vale pa’ pura chileta ante el dominio de la Federación, que usa el reparto de los presupuestos para controlarlos. El que te mantiene te detiene. Cosa diferente sucede en la nación vecina. Ahí la soberanía de los Estados es real, pues se finca en la tradición de las originales trece colonias, cada una de las cuales defendía su interés, y si se unieron en una Federación fue para fortalecerse recíprocamente sin abdicar de su autonomía. Por eso resulta equivocada y peligrosa la intervención de Trump en California. Enviar a ese Estado soberano fuerzas federales en un conflicto que el propio Presidente creó entraña un grave riesgo por la posibilidad de que se repita en otras entidades, según sea el capricho del caprichoso Trump. Medida inusitada es ésa, a la que desde hace 60 años ningún otro mandatario norteamericano había recurrido. El presidente Johnson envió la Guardia Nacional a Alabama a fin de proteger a una minoría vulnerable -la afroamericana- contra los ataques de un Gobernador racista, xenófobo y discriminador. Ahora un Presidente discriminador, xenófobo y racista ordena que esa corporación ataque en Los Ángeles a una minoría vulnerable, en este caso los migrantes latinos, especialmente mexicanos. Esperemos que los electores estadounidenses se percaten de que llevaron a la Casa Blanca a un fascista que con tal de adular a sus fanáticos seguidores no duda en incurrir en actos de crueldad que tienen más de una semejanza -toda proporción guardada- con los que en su tiempo ordenó Hitler. El conductor del programa de preguntas y respuestas se dirigió a la joven y linda concursante: “¿Quién fue el primer hombre?”. Ella se ruborizó. “¿Se lo tengo que decir aquí, delante de toda la gente?”. Babalucas declaró en una fiesta: “Mi señora es mitad francesa, mitad española y mitad mexicana”. Alguien le hizo notar: “Son tres mitades”. Explicó el badulaque: “Es que es bastante gorda”. Glafira, la hija de don Poseidón, granjero acomodado, fue a estudiar en la ciudad, cosa a la cual su padre se oponía. Doña Holofernes recibió un mensaje de la chica, y le comentó al rústico señor: “Ayer matricularon a Glafira”. “¡Ah! -se consternó don Poseidón-. ¡Por algo no quería yo que fuera! ¡Ya sabía que algo malo le iba a suceder!”. El detective privado rindió su informe a la esposa que lo contrató: “Seguí anoche a su marido. Fue primero a un bar de mala muerte, y luego a un motel de paso”. Exclamó triunfalmente la mujer: “¡No estaba yo equivocada! ¡El canalla se porta mal! ¿Qué andaba haciendo en esos lugares?”. Respondió el investigador, apenado: “Hasta donde pude averiguar, la estaba siguiendo a usted”. FIN.
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