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No somos iguales

Los Estados Unidos, no importa si los gobiernan un republicano o un demócrata, consideran su “destino manifiesto” ser el imperio más poderoso de la tierra

Epigmenio Ibarra

Bastaba con que Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de los EEUU, analizara las últimas declaraciones de Claudia Sheinbaum Pardo y pasara revista a su historia personal y a la historia de lucha del movimiento de la Cuarta Transformación, para que se diera cuenta de que, la Presidenta de México, no alentaría jamás protestas -y mucho menos en las que se produjeran actos violentos- en los Estados Unidos.

Bastaba con consultar la historia de la relación entre nuestros países, conocer los principios fundamentales de la política exterior mexicana y la contextura ética y política de Claudia para saber que acusarla de utilizar a nuestros compatriotas para desestabilizar al gobierno de Donald Trump es una vil mentira.

No somos iguales: Un país como el nuestro -víctima de al menos dos grandes invasiones armadas- y que ha sostenido históricamente el principio de “no intervención” no se mete en los asuntos internos de otras naciones. Quien exige respeto irrestricto a su soberanía no viola la soberanía de su vecino.

O hizo mal la tarea la responsable de la Seguridad Nacional de la primera potencia mundial o, por el contrario, cumplió al mentir como lo hizo, con la turbia agenda de los grupos de ultraderecha de aquel país a los que aun rigen los dogmas del más rancio y anacrónico anticomunismo.

Mal si una funcionaria de su calibre fue negligente; peor todavía si actuó, en la Oficina Oval y con Trump al lado, movida por intereses aviesos.

Los Estados Unidos, no importa si los gobiernan un republicano o un demócrata, consideran su “destino manifiesto” ser el imperio más poderoso de la tierra y por tanto se han embarcado -nada han aprendido de sus muchas derrotasen intervenciones de todo tipo en todo el planeta.

A que cumplan con esa vocación imperial apuestan, como lo hicieron los conservadores del Siglo XIX en el Castillo de Miramar, la derecha mexicana, los medios de comunicación que controla y las y los comentócratas que la sirven. Kristi Noem les hizo saltar de alegría; creen que los marines que se desplegaron en Los Ángeles vendrán pronto a salvarles.

Se equivocan de nuevo; la crisis terminal con la que sueñan se resolverá y continuará Claudia empeñada en la firme y serena defensa de nuestros compatriotas -que ni son criminales ni son invasoreshasta que, con una reforma migratoria integral, se reconozca su aportación al progreso de aquella nación cuyo gobierno, en una acción suicida, hoy les persigue y les reprime.

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