La IA preocupa a León XIV, a Sheinbaum y a millones
“La inteligencia artificial no puede reemplazar la sabiduría del corazón humano”, advirtió el papa León XIV

“La inteligencia artificial no puede reemplazar la sabiduría del corazón humano”, advirtió el papa León XIV en su primer discurso al Colegio Cardenalicio el 10 de mayo pasado. Pero fue más allá: Comparó el desafío de la IA con la disrupción social provocada por la Revolución Industrial, retomando la crítica que León XIII hizo en 1891 en su encíclica Rerum Novarum sobre la pérdida de dignidad y justicia para los trabajadores ante la mecanización. Con ello, el nuevo pontífice plantea un marco histórico y ético que rechaza tanto el entusiasmo ingenuo como la oposición ciega al desarrollo tecnológico.
Los riesgos de la IA son reales y crecientes. Su velocidad de avance supera nuestra capacidad para comprenderla plenamente y plantea dilemas éticos, sociales y políticos para los que la humanidad aún no está preparada. Desde la vigilancia masiva que amenaza la privacidad hasta las armas autónomas que desafían la moral, la IA podría profundizar desigualdades y erosionar derechos fundamentales si carece de regulación adecuada en un mundo cada vez más dependiente de la tecnología.
Las cifras refuerzan la preocupación. Estudios como The Future of Employment: How Susceptible Are Jobs to Computerisation?, realizado en 2017 por los académicos de la Universidad de Oxford, Carl Frey y Michael Osborne, estiman que hasta 47% de los empleos en economías avanzadas podrían ser automatizados. En países con baja productividad y formación técnica y alta informalidad, como México, las consecuencias serían aún más graves y millones podrían quedar sin empleo.
León XIV no llama a frenar el desarrollo tecnológico, sino a establecer límites éticos claros. Su respaldo a proyectos como HolyDeeds, una iniciativa respaldada por el Vaticano que utiliza tecnología inmersiva, incluyendo inteligencia artificial, para promover la educación religiosa y la participación comunitaria, muestra que no hay un rechazo frontal, sino una postura crítica y regulatoria. Así como León XIII defendió en su momento el derecho a un salario justo, hoy su sucesor aboga por una IA que no sacrifique derechos en nombre de la eficiencia.
Mientras el Papa ofrece una guía moral global para la IA, gobernantes como la presidenta Claudia Sheinbaum, traducen estas preocupaciones éticas en políticas concretas, adaptadas a contextos locales. En la Agenda Nacional de Inteligencia Artificial 2024–2030, plantea objetivos de crecimiento inclusivo, regulación ética y equidad digital. Al igual que el Papa, insiste en que la IA debe servir a la dignidad humana, pero lo hace mediante políticas que buscan cerrar brechas tecnológicas en un país con rezagos estructurales que se ubica en el lugar 68 en el Índice de Preparación Gubernamental para la IA de Oxford Insight. Líderes políticos, religiosos, empresariales y sociales en todo el mundo comparten su inquietud.
Al igual que millones de personas, creo en el potencial de la IA para transformar nuestras vidas, mejorar la salud, la educación y el bienestar, pero también temo sus riesgos: Automatización masiva, inequidad digital y dilemas éticos sin resolver. En México, donde las brechas tecnológicas persisten, su impacto podría ser decisivo. Su rumbo depende de la capacidad de todos para guiarla con ética, humanidad y justicia.
EDUARDO RUIZ-HEALY
@ruizhealy ruizhealytimes.com
-Eduardo Ruiz-Healy es periodista de radio y televisión.