No #LeyCensura
Quisiera pensar que la presidenta Sheinbaum, José Merino y quienes redactaron la iniciativa comprenderán el tamaño de su error y lo reconocerán.

Denise Dresser
El jueves 8 de mayo participé en el primero de los conversatorios que habrá sobre la #LeyCensura en el Senado. Desde 2006 he escrito, analizado y participado como activista en temas de telecomunicaciones y radiodifusión: La Ley Televisa, la Ley Televisa II, #YoSoy132, la Ley Mordaza, y ahora la Ley Censura. Leí la iniciativa enviada por Claudia Sheinbaum, me inscribí en el micrositio y también fui propuesta por Movimiento Ciudadano, junto con personas cuyo trabajo en este tema respeto y admiro. A lo largo de cinco horas, académicos, expertos, ex reguladores del IFT, representantes de la industria, defensores de la libertad de expresión y miembros de radios comunitarias expresaron su preocupación sobre una iniciativa mal hecha, mal redactada, dictaminada al vapor y de espaldas a la sociedad. La Ley Sheinbaum -porque es enteramente suya y no heredada de López Obrador- fue reprobada.
Las críticas se centraron en las facultades discrecionales, de control y de censura que han quedado en manos de la Agencia de Transformación Digital y de Telecomunicaciones, y de su titular, Pepe Merino. Además se señalaron múltiples fallas, riesgos y omisiones, no sólo el Artículo 109 que le permite al Gobierno bloquear las plataformas digitales, y que Claudia Sheinbaum ha prometido retirar. Tal y como fue redactada por el pequeño equipo de Merino -sin experiencia legislativa, sin experiencia reguladora, sin conocimiento técnico del sector- la iniciativa aprobada por Morena viola la Constitución, viola los derechos de pueblos indígenas, promueve la competencia desleal del Gobierno, no corrige los errores de la Ley de Telecomunicaciones del 2014, no contiene controles para impedir el ingreso del crimen organizado a la radiodifusión, corre en contra de la autonomía regulatoria que exige el T-MEC, desalienta la inversión, adjudica y revoca concesiones a modo, establece la geolocalización y el registro de usuarios de telefonía móvil abriendo la puerta al espionaje gubernamental, y un largo etcétera.
Las palabras repetidas por los participantes variopintos fueron “discrecionalidad”, “regresión”, “centralización”, “violatorio”, “censura”, y el inicio de un régimen de control con el pretexto de la rectoría del Estado, la seguridad y la soberanía. Mi análisis fue similar al de tantos y tantas: Si no es revocada o mejorada o corregida sustancialmente, la Ley Censura es un golpe antidemocrático, regresivo y antitético a la revolución digital.
Poco después, la gran periodista y cronista del Senado, Leti Robles de la Rosa, circuló videos con mis intervenciones en redes sociales. La respuesta fue brutal pero predecible. Muchas cuentas de X cercanas al oficialismo editaron los videos para diseminar el momento cuando Javier Corral exige que pare de hablar, porque he tomado 2 minutos más de los 5 que se le otorgaron a cada participante. Sobre eso se montaron para acusarme de “no respetar las reglas del Senado”. Otros se sumaron a la retahíla de insultos que recibo a diario, cargados de misoginia.
He aquí un breve compendio: “Gárgola”, “víbora”, “mitómana”, “ególatra”, “payasa”, “bruja”, “cule…”, “facha”, “asco de tipa, cínica y de doble moral”, “cacatúa chayotera”, “lo que hacen las drogas”, “la abuelita ya debe tomar su medicamento”, “regrésenla al psiquiátrico”, “arpía”, “pin… anciana ridícula”, “muy mal su vestimenta para el Senado”, “de ahí al bailongo”, “ahora sí se peinó la peluca”. “Lady perreo”, “anorgásmica”, “brazos de murciélago”.
No comparto esta lista con el ánimo de victimizarme. Ya han sido muchos años de oleadas de odio y tengo la piel gruesa. Mi intención es otra: Subrayar que en las respuestas a mi posicionamiento sobre la Ley Censura no encuentro un solo argumento. Un solo razonamiento que se contraponga a lo presentado de manera profesional y constructiva por los críticos de la ley.
Quisiera pensar que la presidenta Sheinbaum, José Merino y quienes redactaron la iniciativa comprenderán el tamaño de su error y lo reconocerán. Quisiera creer que los conversatorios -lamentablemente tardíos- lleven a un replanteamiento de raíz y no sólo a la modificación de algunos artículos. Porque como escribe Timothy Snyder en Sobre la libertad: “La libertad es un futuro donde algunas cosas son iguales y otras mejores; es la vida que se expande y crece”. La libertad no es la Ley Censura que empeora, encoge y calla a México.