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Banquilandia

Con algunas excepciones, de bancos no tan grandes (salvo Citibanamex hasta hace poco) los grandes bancos nacionales y extranjeros en México han hecho su agosto desde hace muchos años.

Jorge  Castañeda

En su columna del viernes, el director de El Financiero transcribe las reflexiones que escuchó durante sus pláticas con diversos ejecutivos en la Convención Bancaria de Nuevo Vallarta. Tengo la fuerte sospecha de que conozco bien a uno de sus interlocutores, probablemente el que más haya inspirado los comentarios de Enrique Quintana. Como se trata de un buen amigo, no revelaré su nombre, pero creo que sí puedo explicar por qué la percepción de personas como él, y como a las que se refiere el director de El Financiero, dicen las aparentes barbaridades que dicen.

En la nota citada se presenta un panorama prácticamente paradisiaco de la economía del País hoy en día. Foxilandia se queda muy atrás. El País resistió bien las tormentas externas, la inflación está controlada, el T-MEC garantiza la estabilidad y la seguridad a largo plazo, las finanzas públicas se encuentran sanas y sólidas, y el tipo de cambio refleja todo esto. En otras palabras, no sólo vamos bien, sino que vamos requetebién, como diría el clásico. Es cierto, como dice Quintana, que los banqueros tienden por definición, sino es que por nacimiento, al optimismo. Es su trabajo. No pueden prestarle dinero a nadie si dicen que no conviene invertir, ni comprar, ni adquirir; no pueden cobrarle a nadie si dicen que a la semana, al mes o al año la ciudad, la región, el País o el mundo irán a la quiebra. Ser banquero consiste en ver el mundo color de rosa, por lo menos de dientes para afuera. Por lo tanto, no debe sorprender del todo esta visión del interlocutor del director de El Financiero.

Pero además de ese pecado original de todo banquero, éstos se caracterizan por una dosis adicional de optimismo, producto de su situación en México. Con algunas excepciones, de bancos no tan grandes (salvo Citibanamex hasta hace poco) los grandes bancos nacionales y extranjeros en México han hecho su agosto desde hace muchos años. Para algunos, como BBVA, sus utilidades en México representan casi la cuarta parte de sus utilidades mundiales; para muchos otros, como Scotiabank, Santander, e incluso Citibanamex durante una época, sus operaciones en México eran las más rentables de todo el mundo, salvo su país de origen y, en algunos casos, hasta mayores que en su país de origen.

Todo esto sucede por muchas razones que un número muy importante de analistas han estudiado desde hace tiempo, y no hay mucho que agregar a lo que ya se ha explicado. Las comisiones son muyaltas, es cierto; la penetración bancaria o crediticia es muy baja -menor que en Chile o Brasil, por ejemplo- y por lo tanto el riesgo es menor también; los bancos tienden a prestarle una parte importante de sus recursos al gobierno, y el gobierno en general es un buen pagador.

La contradicción estriba en algo muysencillo. A los bancos les puede ir muy bien, aunque a la economía mexicana levaya muy mal. Si llegamos al extremo como en 1994-1995, esta afirmación es falsa; si se viene para abajo por completo una economía, el sistema bancario también se derrumba. Pero es perfectamente factible que los bancos ganen bien con una economía estancada.

Lo que al interlocutor de Enrique Quintana parece olvidársele es que este 2025 será el séptimo año seguido durante el cual, en promedio, hemos crecido prácticamente nada. Y no hay ninguna razón, de ningún tipo, que ningún otro sector de análisis vea, que vaticine un futuro mejor el próximo año o incluso para todo el sexenio. Entonces, ese paraíso mexicano lo es para los banqueros, pero no lo es ni para la economía mexicana, ni para los habitantes del País. Siento tener que enmendarle la plana a mi amigo, pero estoy seguro que él entenderá.

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