Calentamiento global...¿puro “bluff”?
Tal parece que no hemos entendido que jugar con la Tierra es, literalmente, jugar con fuego.

En sobremesa, prensa y política el estira y afloja acerca de la realidad o mitología del calentamiento global o cambio climático no solo no deja de suceder sino que los tirones arrecian, y a veces mucho. En este asunto como en tantos otros es difícil distinguir entre nuestra inclinación “sospechosista” y la creencia de que lo que de momento no duele simplemente no importa.
A ese respecto recuerdo la escena de una película (del nombre no me acuerdo) en la que ante la amenaza de una exposición radioactiva muy intensa las familias de cierta comunidad se protegieron en refugios subterráneos y después de muchas horas algunos pobladores salieron a superficie y al no sentir ninguna molestia supusieron que todo fue un engaño o una falsa alarma mientras que los que sí tomaron en serio la amenaza esperaron más tiempo a que la advertida radiación se desvaneciera y se indicara poder salir al aire libre. Resultó que los primeros sufrieron progresivos daños corporales y muchos de ellos murieron.
Así más o menos ocurre con el calentamiento global pues es muy gradual, en unas regiones más en otras menos, en unas primero y en otras después pero sus múltiples consecuencias llegarán tarde o temprano si sucede que no nos protegemos en algún “búnker” que en este caso será tomar en serio las acciones para evitar o al menos reducir la magnitud del cambio.
Y es que –sírvanos el ejemplo de la película- así como la radiación al principio no se siente pero científicamente es predecible que muchos expuestos por más tiempo e intensidad sí la sufrirán –como de hecho ha ocurrido, sigue ocurriendo y siempre ocurrirá- pues algo así lo mismo nos está pasando el cambio climático.
Sucede que, como en otros temas, en este también nos resistimos a modificar nuestro estilo de vida, quizás por comodidad o desinterés, pero además hay en este asunto evidentes intereses económicos o políticos y resulta lógico que surjan argumentos en contra de la advertencia del riesgo que empíricamente hoy es ya irrebatible y que continuarán empeorando las cosas si es que no se reflexiona críticamente. Retomo aquí tres argumentos que siguen creciendo hoy para negar la amenaza del cambio climático: Que el clima siempre ha cambiado -y esto es verdad- pero el estudio de los climas antiguos (paleoclimatología) indica que los cambios climáticos de los últimos 150 años son excepcionales entre los cambios de los últimos cinco millones de años.
Otro contraargumento es que como el bióxido de carbono es una reducida parte de la atmósfera, entonces este compuesto no es relevante en términos de generar calor pero sucede que la experiencia científica ha repetidamente verificado que el bióxido de carbono “atrapa más calor” que el aire normal y limpio, de manera que el citado gas promueve un efecto invernadero, es decir, calienta el ambiente.
Y este tercer argumento en contra del origen humano del cambio climático: Que en todo caso los cambios de clima dependen de las manchas solares y de los rayos cósmicos: Las manchas en la superficie del Sol son sitios con enorme fuerza magnética acompañados de erupciones y podrían, efectivamente, modificar el clima terrestre; sin embargo, estudios desde satélites artificiales durante los últimos casi 40 años no han registrado un aumento de la energía solar que nos llega y, por otro lado, se ha esgrimido que los rayos cósmicos (radiación que nos viene desde muy lejos) promueven la formación de las nubes y éstas nos protegen y, en consecuencia, si hubiese menos rayos cósmicos habría por el contrario menos nubes y aumentaría el calor en el planeta pero resulta que la radiación cósmica que nos ha llegado en las últimas cinco décadas es un nuevo récord y si aquella hipótesis fuese correcta las radiaciones cósmicas enfriarían el planeta pero está claro que ocurre precisamente lo contrario, la Tierra se está calentando y los efectos que está padeciendo –y nosotros con ella- están a la vista en el termómetro y en muchas imágenes.
Otra gran verdad es que el llamado “conspiracionismo” - que es más adictivo que la más pegajosa de las drogas- aunado a la ignorancia, al afán de duda ante todo y en el fondo a nuestro egoísmo hedonista, pues hemos resultado ser un caldo de cultivo para confiar más en la mentira, sobre todo hoy que la verdad ya no está más de moda.
Tal parece que no hemos entendido que jugar con la Tierra es, literalmente, jugar con fuego.