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Régimen criminal

Gravísimos daños causó Andrés Manuel López Obrador a nuestro País con sus costosas e inútiles obras...

. Catón

De política y cosas peores

“¿Qué parte del cuerpo del hombre es más dura que el acero?”. Eso le preguntó el profesor de Anatomía a la alumna Rosibel. Ella se molestó: “Me niego a contestar esa pregunta”. Le dijo el maestro: “Es la uña. Y usted, señorita Rosibel, es una malpensada”. Gravísimos daños causó Andrés Manuel López Obrador a nuestro País con sus costosas e inútiles obras: El Tren Maya, la refinería Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles. En secreto, dizque por seguridad nacional, se han mantenido los números relativos a esas inversiones, pero si un auditor independiente las investigara, y si México fuera un país de leyes, AMLO iría a la cárcel tanto por las múltiples ilegalidades cometidas en esas obras como por el incalificable atentado en que incurrió contra la ecología en el caso de su malhadado tren, cuyo trazo provocó el más nocivo ataque a la naturaleza que se ha visto en la actualidad. Tampoco dudo en calificar de criminal a ese régimen. Su ineficiencia en el manejo de la pandemia devino en cientos de miles de muertes que pudieron evitarse, y el desmantelamiento del sistema de salud ha traído consigo en igual modo incontables tragedias, como la de los niños con cáncer fallecidos por falta de medicamentos, y los decesos que a diario se producen en los hospitales públicos por la carencia de recursos para atender a los pacientes. Este pasado lunes los enfermos necesitados de hemodiálisis y sus familiares bloquearon la principal avenida de mi ciudad, Saltillo, en protesta porque ese tratamiento, subrogado por el IMSS a clínicas particulares, les fue suspendido por el adeudo de varios meses que se tiene con los hospitales privados. La vida de esos pacientes depende de la hemodiálisis, y la falta tanto de equipo médico como de recursos financieros del organismo responsable de atenderlos los pone en peligro de muerte. Tales son los frutos dejados por el vesánico afán destructivo que caracterizó a López Obrador. Ciertamente las instituciones creadas por los gobiernos anteriores tenían vicios y defectos, pero eran perfectibles, y por ese camino de mejoría íbamos avanzando, siquiera fuese paulatinamente. AMLO destruyó aquellas instituciones, y en su lugar creó otras en las cuales reina la más supina ineficiencia, cuando no la corrupción que él negaba empecinadamente, pero que va ya saliendo a la luz, y que más tarde aparecerá en toda su magnitud. Hubo un insigne historiador mexicano, don Antonio Pompa y Pompa. De él decía traviesamente mi dicaz paisano Valle Arizpe: “No molesta la pompa; lo que molesta es la insistencia”. Parece insistente traer a cuenta una y otra vez los errores, falsedades y excesos de López Obrador, pero es necesario seguir mencionándolos para que no se repitan sus abusos y no se olviden los muchos males que derivaron de su nefasta actuación. Bien sé que esas menciones, aun repetidas, no tienen ningún efecto, pero eso de predicar en el desierto es noble e hidalga profesión que ejerzo con tesonera asiduidad y que seguiré cumpliendo, como decían los antiguos carteles taurinos, si el tiempo no lo impide y previo permiso de la autoridad. En este caso la autoridad es el Misterio que rige la vida de los seres, entre los cuales me cuento, también por designio misterioso. Pero noto con alarma que me estoy poniendo metafísico. Mejor paso a algo más físico. Don Cucurulo, señor de edad provecta, llevó a una linda chica al Motel Kamawa. Con ímprobos esfuerzos logró hacer en ella, al menos medianamente, obra de varón. Al terminar el apurado trance la damisela le preguntó: “¿Cuándo quiere que lo hagamos otra vez, don Cucu?”. Con feble voz respondió el añoso caballero: “Tú dime el día y la hora, linda, y yo te diré el año”. FIN.

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