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Una verdad incuestionable

La presidenta Sheinbaum imita la conducta de su antecesor y despotrica contra Ernesto Zedillo, uno de los mejores presidentes de nuestro tiempo, quien dijo una verdad impepinable...

. Catón

En el campo nudista Afrodisio, galán concupiscente, le dijo a Susiflor, linda muchacha de atractivas formas: “Me gustas mucho”. Bajó ella la vista y confirmó: “Mira, de veras”. El avión de pasajeros tenía un solo motor, que en medio de una tormenta eléctrica empezó a fallar. El piloto tranquilizó a los pasajeros: “Nos vamos a salvar. Traemos dos obispos que rezarán por nosotros”. “¡Joder! -acotó uno de los pasajeros-. Preferible habría sido traer un solo obispo y dos motores”. Desde niño escuchaba yo la palabra “Canadá”. De ahí fueron traídas las vacas que formaron el pie de cría del rancho “El Refugio”, de don Teodoro Sánchez, donde con mis hermanos y mis primos pasaba las largas vacaciones -¡ah, tan cortas!del verano. De Canadá vinieron también los dos enormes toros sementales a los que aquel bonísimo señor bautizó con sonorosos nombres: “El Corsario Negro” y “El Mariscal de Campo”. Con naturalidad veíamos cómo uno de esos torazos cubría a alguna vaca, a la que no parecían impresionarle ni el nombre ni el peso del torazo. Fue ésa la primera intuición que tuve de las cosas de la naturaleza, o sea de la vida. Sigo teniendo tales intuiciones, pero ninguna tan interesante como aquélla. Canadá me parecía entonces una inmensa pradera llena de vacas y de toros. Ahora lo conozco, pues varias veces he ido a perorar ahí, y tengo en ese país queridísimas primas de quienes guardo recuerdos entrañables. Me alegró entonces saber que los canadienses eligieron un gobierno liberal cuyo titular anunció ya que se opondrá a las políticas arancelarias de Trump, y resistirá sus absurdas amenazas. Mientras eso sucede allá, acá la presidenta Sheinbaum imita la conducta de su antecesor y despotrica contra Ernesto Zedillo, uno de los mejores presidentes de nuestro tiempo, quien dijo una verdad impepinable, esto es, inconcusa, indiscutible, incuestionable: Que el régimen establecido por López Obrador y continuado por la mandataria actual está llevando a México a un autoritarismo que tiene todas las trazas de una tiranía, y que ha atentado y sigue atentando en forma grave contra la incipiente democracia que a costa de grandes sacrificios habíamos conseguido instaurar los mexicanos. En efecto, únicamente los vendidos o los obnubilados niegan la ruina a que ese sistema caudillista, demagógico y falsario ha llevado a nuestro País, víctima de la ineficiencia y las corrupciones tanto de Morena como de la llamada con risible megalomanía 4T, Cuarta Transformación, mediante la cual el autócrata de la Macuspana se iguala a Hidalgo, Juárez y Madero. En vez de rebatir con argumentos válidos los dichos de Zedillo, la Presidenta lo llenó de dicterios en el más impuro estilo de quien la precedió. Es una pena. Si no tuviera yo tan hondas raíces en mi ciudad, Saltillo, me iría a vivir a Arteaga, al Potrero de Ábrego o a Canadá. Don Cucoldo llegó de un viaje de trabajo antes de lo esperado, y al entrar en su recámara vio algo que lo dijo frío y sin habla. Su mujer se hallaba en pelotier, corita, nuda, o sea sin ropa en el lecho conyugal en compañía no de un solo individuo, como es costumbre en estos casos, sino de cuatro. A la manera de las películas de Hollywood, cuyos productores temen ser demandados por discriminación si no meten en el film, aunque sea con calzador, a un representante de cada una las diversas etnias, la señora se estaba refocilando con un oriental, un afroamericano, un native american -ya no se puede decir “piel roja”- y un hispano. Antes de que el estupefacto señor pudiera dar salida a su justificado enojo le dijo su señora: “No lo niegues, Cucú. Por la forma en que me miras sé que piensas que estoy haciendo algo malo”. FIN.

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