AMLO tiene todo que perder
Más agarrado al hueso que nunca, a 35 días de dejar el poder, el presidente López Obrador dobla las apuestas y se pelea con Estados Unidos.
JUEGOS DE PODER
Más agarrado al hueso que nunca, a 35 días de dejar el poder, el presidente López Obrador dobla las apuestas y se pelea con Estados Unidos. Bueno, nada tonto, suaviza la bronca: Es contra la Embajada de ese país en México.
Se le pregunta cómo es la relación del embajador Ken Salazar con su gobierno. Responde: “Es buena, pero está en pausa”. ¿Desde cuándo? “Desde que declaró eso”. Se refiere al rechazo de Salazar a la reforma judicial.
Y aclara el Presidente: “Pausar significa que vamos a darnos nuestro tiempo. Y del Departamento de Estado, porque tampoco es él. Qué casualidad que al mismo tiempo que se pronuncian en México a través de la Embajada lo hacen los canadienses, que también es de pena ajena, con todo respeto al gobierno de Canadá; o sea, parece Estado asociado, juntos”.
Así que la pausa también es con el Departamento de Estado, si entendí bien. Pero AMLO, más adelante, comienza a matizar: “No, la relación continúa, la relación continúa, pero ojalá y haya de parte de ellos una ratificación de que van a ser respetuosos de la independencia de México, de la soberanía de nuestro País […] mientras no haya eso y sigan con esa política, pues hay pausa”.
“¿Con la Embajada?”, le preguntan. “Con la Embajada”, responde. Más adelante reitera que la “pausa” es con la Embajada “porque él [Salazar] está buscando que hablemos”.
Le vuelven a cuestionar “¿Cómo va a quedar entonces la relación con el Departamento de Estado o cuál sería la instrucción para la cancillería respecto a esta relación, precisamente?” Contesta: “Sí, continúa la relación, eso no es ningún problema, y somos muy amigos del presidente Biden”.
En tiempo real, vemos a AMLO calibrar con quién pelearse. Claramente con la Embajada. Sí, pero no, con el Departamento de Estado. No definitivamente con el presidente. Todo esto a unos días de dejar su puesto.
Típico del tabasqueño. Frente al desafío, siempre dobla las apuestas. Y, como buen bully, sabe con quién apostar, es decir, con el jugador más débil de la mesa. Al embajador Salazar sí le puede ganar una mano. A Blinken, difícilmente. A Biden, nunca. Tanto el secretario de Estado como el presidente de Estados Unidos tienen más fichas que él. Lo pueden hacer pomada.
Salazar, en cambio, es presa fácil. Un embajador que le hizo la barba todo lo que pudo, pero que, presionado por sus jefes en Washington, finalmente criticó la tontería de la reforma judicial, en particular la elección popular de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte.
¿Cómo responderán los estadounidenses frente a este desafío a su embajador quien, hay que recordarlo, es el representante personal del presidente Biden? Nuestros vecinos no son ningunos amateurs en materia de relaciones internacionales. No se llega a ser imperio jugando a lo tonto. En las formas, serán afables con el Presidente mexicano. Pero, cuando llegue la hora y les convenga, vendrá el golpe de regreso.
Y tienen una ficha muy poderosa para hacer trizas a AMLO. Se llama Ismael “El Mayo” Zambada. El narcotraficante, extraído de manera ilegal de México, puede involucrar a AMLO con el crimen organizado, sea verdad o no, a cambio de convertirse en testigo protegido.
Quizá el tabasqueño ya lo venga venir y se está vacunando con sus bravucadas en contra de, por lo pronto, el embajador. Si lo involucran en el narcotráfico, ya como ex Presidente, ensuciando la buena imagen que tiene en la opinión pública, AMLO podría argumentar que esto se debe al enfrentamiento que tuvo en defensa de la soberanía nacional. Desde ahora se enrolla en la bandera. Y muchos le creerán.
Pero, además, encararse con el embajador de Estados Unidos (también, por cierto, al de Canadá) envía un mensaje a todos los actores nacionales. Si, para defender su reforma judicial, AMLO está dispuesto a pelearse con los gringos (aunque ya sabemos que no con todos, solo con Salazar), pues qué no estará dispuesto a hacer con jugadores nacionales que tienen menos fichas que los estadounidenses.
Yo veo preocupado a López Obrador. El poder formal se le está acabando y el gobierno estadounidense es el que está comenzando a jugar rudo contra él. Primero lo dejaron fuera de la decisión de detener a “El Mayo”. Ahora se quejan por su reforma judicial. Con la ficha de Zambada, en el momento adecuado, lo pueden quebrar. Él lo sabe y, por eso, anda dizque muy gallito doblando las apuestas cuando, en realidad, tiene todo que perder en este juego.
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