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Cuesta abajo

Es increíble el daño que un solo hombre ha hecho a México. Pasará el tiempo y se disipará el halo de popularidad que hoy rodea a López Obrador.

. Catón

“Puedes hacer conmigo lo que quieras”. Así le dijo la señora a su marido. Vestía un transparente negligé -la señora, no el marido-, brassiére de media copa, pantaletita crotchless, medias negras con liguero y zapatos de tacón aguja. “Es tu regalo de cumpleaños” -añadió con voz insinuativa. El esposo le pidió que se desvistiera y se acostara en el lecho en decúbito supino, o sea sobre la espalda, con las piernas flexionadas y ligeramente abiertas. Así lo hizo la señora. Le preguntó el marido: “¿De veras puedo hacer lo que quiera?”. “Lo que quieras, mi amor” -confirmó ella al tiempo que sonreía, voluptuosa, y colocaba sus manos tras la nuca al modo de la Maja Desnuda de Goya. “Muy bien -dijo el sujeto-. Entonces espérame ahí. Voy a jugar al póquer con mis cuates”. Un viajero llegó a la orilla del río. En la ribera opuesta vio a Babalucas. Le preguntó: “¿Cómo puedo llegar al otro lado?”. Contestó el pavitonto: “Ya estás en el otro lado”. “Cuesta abajo”. Tal es el nombre de un lamentoso tango interpretado por Carlos Gardel, que cada día canta mejor. Así, cuesta abajo, va nuestro País. La claudicación de la mayoría de los consejeros del INE abre de par en par la puerta a la aprobación de las aberrantes iniciativas de AMLO, entre las cuales la más insensata y peligrosa es la que atañe a la elección de los integrantes del Poder Judicial, donde los grandes electores serán los políticos metidos a delincuentes y los delincuentes metidos a políticos. Es increíble el daño que un solo hombre ha hecho a México. Pasará el tiempo y se disipará el halo de popularidad que hoy rodea a López Obrador. Entonces serán evaluadas las mayúsculas fallas que ha tenido en el curso de su errática gestión, fincada en sus caprichos y sus obsesiones. No se equivocará quien profetice que la Historia, esa severa juzgadora, lo considerará el peor Presidente de la época moderna. El mes próximo será un septiembre negro para nuestro País, que al paso de los días va siendo menos nuestro. En ese último mes de su sexenio, que no de su poder, se consumarán seguramente las torpes iniciativas del caudillo de la 4T, que empezaron ya a efectuarse. El acabamiento de los organismos autónomos; la sobrerrepresentación concedida por el INE a Morena y sus vasallos; la obsecuencia de la futura Presidenta ante los dictados del dictador actual; todo eso pesará onerosamente sobre el futuro de la nación y la pondrá en la pendiente que en forma ineluctable lleva hacia la dictadura. Muchos suponen que AMLO tendrá en la futura mandataria a una mandadera. Es duro decir eso, y me cuesta trabajo escribirlo, pero todos los indicios apuntan en la misma dirección. México se está desmoronando. En sus escombros pondrá su pedestal López Obrador. Letra de tango parece también esta frase última y sin embargo describe una realidad. Quizás un último chascarrillo disipe el desasosiego que en la República debe haber causado tan sombría reflexión. Lord Feebledick volvió a su casa después de la cacería de la zorra y encontró a su mujer, lady Loosebloomers, practicando el antiguo in and out con Wellh Ung, el pelirrojo mancebo encargado de la cría de faisanes. Le dijo a la pecatriz: “Mal haces en faltar así al juramento de fidelidad que ante el altar hiciste, y en violar tus promesas de sempiterno amor”. Al sirviente le dijo: “¿Has olvidado, ingrato, que te saqué de la pobreza y te di un empleo digno? ¿Así pagas mi generosidad y los favores mil que te he hecho sin merecerlos tú y sin regatearlos yo?”. Seguidamente se dirigió a los dos: “Por lo menos dejen de hacer lo que están haciendo mientras les hablo”. FIN.

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