Mirador
Todos los caminos llevan a Roma
“Todos los caminos llevan a Roma”.
La frase era aplicable lo mismo al poderío del imperio de los césares que al centro espiritual de la religión católica.
John Dee era filósofo. Quiero decir que tejía ideas en el aire. Hablaba acerca del mundo, pero jamás salía de su aldea. Hablaba acerca de la vida, pero no la vivía.
Una noche conoció el amor en los brazos de una moza campesina que sabía más cosas que todos los filósofos antiguos y modernos. Entonces Dee pensó que las ideas son muy buenas, pero hay veces en que las realidades son mejores. Cuando estaba con la muchacha se olvidaba de Sócrates, Platón y Aristóteles. Más aún: Se olvidaba de San Agustín y Santo Tomás de Aquino.
Cambió, pues, aquella frase. En vez de decir: “Todos los caminos llevan a Roma” decía: “Todos los caminos llevan a amor”.
En adelante John Dee les enseñó a sus discípulos que filosofar sobre la vida es importante, pero que vivir la vida importa mucho más.
¡Hasta mañana!
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