La elección de los jueces y el crimen organizado
Hay algunos elementos que todavía pueden hacer que Morena-PVEM-PT no logren que en septiembre la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores voten la reforma del Poder Judicial.
LO QUE ÉL QUISO DECIR
Hay algunos elementos que todavía pueden hacer que Morena-PVEM-PT no logren que en septiembre la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores voten la reforma del Poder Judicial.
En caso de que si obtengan lo que quiere el presidente López Obrador, que entre otras cosas está que todos los jueces se voten en un proceso de elección popular, hay tres elementos peligrosos que no se contemplan y es muy posible se den y ahora no están suficientemente presentes en el debate.
1. Asesinato de los candidatos. En México en todo proceso electoral hay asesinatos de candidatos. El anterior con más de 270 asesinatos, entre ellos 35 de precandidatos y candidatos, es el más sangriento de la historia. Si pasa la iniciativa, los jueces serán un cargo de elección popular que saldrá del voto ciudadano. Que ocurran los asesinatos serán por las mismas razones por las que ahora se mata a los candidatos.
2. Jueces impuestos por intereses de grupo. Muchos grupos de interés, legales e ilegales, harán todo lo posible por intervenir en la elección de los miles de jueces que serán electos por el voto popular. Ahora Morena-PVEM-PT lleva claramente la ventaja en esa elección, pero habrá grupos empresariales, grandes corporativos, y otras organizaciones civiles y religiosas que van a querer tener a su propio juez. Y entre más cercano mejor.
3. Los jueces del crimen organizado. Entre estudiosos nacionales e internacionales hay consenso en señalar, que ahora el crimen organizado controla, de una u otra manera, una tercera parte del territorio. Hay evidencia contundente de cómo intervienen en los procesos electorales. En algunas regiones del País son quienes deciden los candidatos que participan y su acción es decisiva para que gane el que ellos quieren. Ahora hay gobernadores y presidentes municipales que están ahí por decisión del crimen organizado o en contubernio con él. Ahora tendrán jueces.
La elección por el voto popular de jueces en los distintos niveles de la estructura del sistema judicial se convierte en un ejercicio político, no será otra cosa, y los que ganen no siempre serán los mejores, sólo los que tuvieron más votos. Y estos deberán fidelidad no a la Constitución y la justicia, sino a quien los puso y los apoyó con recursos económicos y la movilización, para que fueran a votar por ellos.
Los que votaron a su favor tendrán simpatías por su elegido y este por quien lo eligió, pero quien no lo votó porque considera que no tiene un buen perfil, no llena los requisitos, no es capaz o está comprometido con tal partido o grupo, que incluye al crimen organizado, no tendrá nunca su respeto y cuestionará sus decisiones. Unos se sentirán representados por la justicia y otros no. La elección de cualquier cargo politiza el proceso. Hay unos en contra y otros a favor de quien salga elegido.
Quien imparte la justicia debería obtener su legitimidad no del voto, sino de una larga y probada trayectoria, no de la decisión e influencia de tal o cual partido o de tal o cual grupo, que también puede ser el crimen organizado, sino de estructuras autónomas del Estado, integradas por personas que han sido probadas y tiene reconocido prestigio en la comunidad.
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