Matar el futuro
En los dirigentes, cuadros intermedios y militancia del PAN y del PRI hay consenso sobre la necesidad de cambiar y hacerlo de manera “profunda”.
Después del resultado electoral del pasado 2 de junio, en los dirigentes, cuadros intermedios y militancia del PAN y del PRI hay consenso sobre la necesidad de cambiar y hacerlo de manera “profunda”.
Los partidos no son homogéneos y existen distintos grupos y por lo mismo hay maneras de pensar diferentes, que llevan, entre otras cosas, a entender de formas diversas qué se entiende por “profunda”.
A más de los temas propios de la ideología, donde existen posiciones a veces incluso encontradas, están los intereses de cada grupo y también de las personas en lo individual.
Está también la inercia del funcionamiento de las estructuras burocráticas, que siempre se resisten al cambio y con ellos al futuro. Viven del presente más inmediato.
Hay también maneras de ser propias de la cultura muy mexicana, que entre otras cosas hacen imposible, lo que es común en Europa, y ahora lo vimos en las pasadas elecciones del Parlamento Europeo.
Dirigente de partido e incluso primeros ministros y presidentes renunciaron a sus cargos tras el fracaso de los resultados electorales de sus partidos. Asumen su responsabilidad y actúan en consecuencia.
Eso en México no existe, no es parte de nuestra cultura, esa manera de reaccionar. Los dirigentes fracasan y siguen en sus cargos. No piensan que deben renunciar y nunca en razón de malos resultados consideran deben dejar su cargo.
Existe incluso la posibilidad de que quien fue responsable del fracaso se pueda reelegir. La cultura nacional, pero sobre todo institucional, lo admite. No ha consecuencia de los actos. Se cuenta con la fidelidad de los suyos, que está por encima de lo otro.
El PAN tiene el 18.0% de los votos y el PRI 9.6% que les da derecho a ciertos recursos financieros y a cargos de elección popular, que normalmente se reparten entre las dirigencias. Puede haber honrosas excepciones.
Lo que se tiene seguro en el presente puede llevar a dos conclusiones erróneas, que pueden matar el futuro por quedarse en las seguridades del hoy.
Una es pensar que no se está tan mal, que al final se tiene tal porcentaje de votación, tantos recursos de las prerrogativas y tantos cargos de elección popular. Ante el fracaso se tiende a valorar de más lo poco que se tiene.
Y la otra es dar un contenido muy limitado al concepto de cambio “profundo”, ante la necesidad de transitar por lo desconocido, que sin duda trae riesgos, por el miedo a perder lo que ahora se tiene.
El cambio implica moverse de donde ahora se está e implica, por lo mismo, dejar atrás ideas y maneras de actuar que respondieron en otro momento de la historia pero que ahora, en otra historia, son lastre.
La posibilidad de futuro que tiene el PAN y el PRI depende de la profundidad de sus cambios, en cinco temas: La incorporación de nuevas gentes; que gente desprestigiada de un paso atrás; que se adopte una plataforma socialdemócrata como la de los países escandinavos; que se construye una nueva narrativa, para comunicarse con la sociedad y que se privilegie el trabajo de tierra.
Rubén Aguilar Valenzuela
@RubenAguilar
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