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Que alguien nos explique

Hoy por hoy México es del dominio de Morena, igual que hace apenas unos años fue propiedad priista.

. Catón

De política y cosas peores

Algunos colegas del doctor Duerf, célebre analista, desconfiaban de él. Tenía diván redondo de terciopelo rojo con sábanas de seda negra, espejo en el techo y jacuzzi doble al lado. Pero bien dice el proverbio: En casa del jabonero el que no cae resbala. Cierto día llegó el facultativo al domicilio conyugal en hora desusada y sorprendió a su esposa en trance de erotismo con un lacertoso mocetón cuyos apellidos al parecer eran Prieto Santo, pues así le decía la señora. Bufó con iracundia el doctor Duerf: “¿Qué significa esto?”. “Explícanoslo tú -respondió calmosamente la señora-. Tú eres el siquiatra”. Yo necesito que alguien me explique el aplastante triunfo de Morena en la elección pasada, y el avance de ese partido en todo el territorio nacional. Coahuila mismo, mi natal Estado, bastión tradicional del PRI y reducto final que le quedaba, empezó a pintarse con el color guinda del morenismo. Candidatos priistas de gran mérito perdieron ante sus casi desconocidos adversarios del partido en el poder. Una mirada al mapa de la República presenta la misma coloración. Hoy por hoy México es del dominio de Morena, igual que hace apenas unos años fue propiedad priista. Habrá quienes atribuyan eso a las dádivas que López Obrador ha repartido con interesada generosidad entre los más necesitados, pero esa explicación habrá de resultar insuficiente. En mi ciudad, por ejemplo, Morena obtuvo una muy buena cantidad de votos en colonias que bien podrían calificarse de fifís. Por eso me alegró el triunfo de Javier Díaz, excelente candidato del PRI a alcalde de Saltillo, porque a más de sus buenas cualidades podría ser el último presidente municipal priista que tengamos. La ola de Morena se antoja incontenible, y es supina ceguera no advertirlo. La habilidad y carisma de AMLO son causa de ese avance, pero también cuenta el hartazgo de la ciudadanía ante los partidos que por años se repartieron el pastel: El PAN y el PRI. Los cito por orden de antigüedad, no de importancia, que ya ninguno de los dos la tiene. En esta elección la gente expresó su rechazo a una casta de políticos que han buscado el poder como ocasión de medro personal y para hacer negocios que les dejaban ganancias suculentas. Eso explica, a mi modo de ver, por qué muchos ciudadanos de la clase media, y aun alta, negaron su voto a los partidos tradicionales y lo dieron a Morena, sin advertir que ahí también hay casos de corrupción rampante, algunos muy cercanos al caudillo de la 4T, pero que han sido encubiertos, y los que se han conocido están impunes. Nada de eso le importó a una gran masa de votantes, como tampoco le importaron las ilegalidades de AMLO, sus enormes yerros y los gravísimos daños, algunos de ellos criminales, que su ineficiencia como gobernante le han causado al País. Tiempos de populismo se viven en el mundo, y México no es ajeno a ellos. Nos aguardan, ninguna duda cabe, días tormentosos. La falta de equilibrio en el Congreso no augura nada bueno para la Nación. Quienes creemos en valores fundamentales como la libertad individual, la democracia y la justicia impartida con ciencia y con conciencia debemos prepararnos para hacer frente a un régimen que pone al Estado por encima de la persona, y a sus dogmas sobre la realidad y la razón. Caliginoso horizonte nos presentas, ominoso escribidor. Se ha dicho que un pesimista es un optimista bien informado, pero no adelantemos vísperas ni aventuremos vaticinios que quizá resulten vanos. Mejor haz mutis como tu ilustre paisano, el gran actor don Fernando Soler en el papel de Cyrano de Bergerac: Terciando la capa sobre el hombro con gallardía de hidalgo. FIN.

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