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Primer debate

AMLO tiene en su quinto año una popularidad favorable, la economía está sana, Sheinbaum es una buena candidata y la candidata opositora no es formidable.

Genaro Lozano

Esta elección presidencial ha sido muy predecible. En cualquier democracia si la economía funciona y hay un Presidente con buena aceptación, la norma es que quien busca sucederlo de su partido gane en las urnas y que haya continuidad. A menos de que la oposición tenga una candidatura excepcional o de que la persona candidata del partido en el poder sea pésima, el resultado es bastante predecible. Eso estamos viendo en México. AMLO tiene en su quinto año una popularidad favorable, la economía está sana, Sheinbaum es una buena candidata y la candidata opositora no es formidable. Prácticamente desde el año pasado las encuestas no se han movido y la candidata de Morena se mantiene con una ventaja de dos dígitos. El primer debate presidencial no va a cambiar esta tendencia. Quizás tampoco los faltantes dos.

Claudia Sheinbaum ganó el primer debate. Lo hizo por méritos propios. Llegó bien preparada, organizada en su pensamiento, con datos de su gestión en la CDMX (sujetos a verificación) y con la cabeza fría para soportar los ataques de sus rivales. Sheinbaum ganó sin necesidad de mencionar por su nombre a Andrés Manuel López Obrador. Acaso dijo “el Presidente” y más bien se enfocó en exponer que tiene un proyecto de Nación, que se generó en un proceso colectivo y que busca darle continuidad a lo que ha funcionado. En las redes y en eventos posteriores, como en su encuentro en el Politécnico con estudiantes, la candidata de Morena dijo segura: Gané.

Xóchitl Gálvez perdió el primer debate. Lo hizo por méritos propios. No se preparó, estaba desorganizada en su pensamiento, dispersa en sus ataques, con pocos hechos a presumir de su gestión como servidora pública y porque lanzó ataques personales. Gálvez bajó la calidad del debate al lanzar descalificaciones personales. Por lo menos en tres ocasiones le dijo a su rival que es “una mujer fría y sin corazón”. También le dijo que no tenía carisma. La candidata opositora fracasó en el debate porque no se le vio la chispa de su personalidad. Llegó en bicicleta (eléctrica), pero parecía un montaje. Se cambió de ropa y estuvo más enfocada en utilizar las cartulinas, el pañuelo y la bandera que llevaba que no solamente no lo hizo bien, sino que además se equivocó. En el primer debate no se vio su espontaneidad y tampoco la manera en la que ha criticado severamente a la 4T y a la misma Sheinbaum por la línea 12, por el Colegio Rébsamen, por la crisis de salud o por la inseguridad.

Hay poco interés en la política. Eso revelan varias encuestas y esto es preocupante para la democracia. Si partimos de la premisa de que información es poder y que el mejor voto es el informado, entonces tenemos focos rojos en nuestra democracia. La mayoría de la gente no conoce las propuestas de las candidatas. Pocos han visitado sus páginas web y muchos menos han ido a un mítin. Esta elección no parece haber despertado mayor interés, a pesar de ser una elección histórica en muchos sentidos. Histórica porque las principales contendientes son mujeres. Histórica porque este es el proceso electoral es el de la mayor violencia política del que tengamos registro. Histórica porque en el horizonte está la amenaza de la descomposición política en EU con el regreso de Trump a la Presidencia. Pese a todo esto, hay poco interés en la elección y éste es el reto para las candidatas.

Más de 33 millones de votantes tienen menos de 35 años. Son un tercio del electorado. ¿Cómo podrán las candidatas conseguir el interés de estos votantes? El reto de esta elección es superar la participación del 63.4% del 2018, derrotar al abstencionismo. Claudia, Xóchitl y Jorge tienen el enorme reto de ofrecernos esperanza en la paz, de representar a la mayoría de los mexicanos, de tejer puentes de reconciliación en una nación profundamente polarizada, de defender los principios de la democracia y de decirnos a los ojos que tenemos como País la enorme posibilidad de un mejor futuro.