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Xóchitl en EU

Podría decirse que a Xóchitl Gálvez le fue bastante bien en su gira por EU, pero ¿será suficiente?

En la Universidad de Georgetown le aplaudieron fuerte y la llamaron “la verdadera esperanza de México”. En el Centro Woodrow Wilson le aplaudieron y se mostró relajada. En un mercado en NY se tomó muchas fotos con paisanos. Le fue muy bien en sus encuentros con la comunidad artística y cultural mexicana. Sí, también le gritaron corrupta y tuvo que salir por la puerta chica, pero dejando ese incidente de lado, no le fue nada mal a la candidata presidencial del PAN-PRI-PRD. Incluso podría decirse que a Xóchitl Gálvez le fue bastante bien en su gira por EU, pero ¿será suficiente?

Xóchitl es simpática, sabe ganarse los auditorios en los que se presenta. Es especialmente buena en el plano personal y sus años en el Senado la han hecho una mejor conversadora de los temas públicos. Sin embargo, el éxito de su gira estadounidense radica más en el diseño de la agenda que en las cualidades personales de la candidata.

La campaña de Gálvez tiene el mejor equipo posible en temas culturales. El nombramiento de Consuelo Sáizar es de primer nivel. Si algo hay envidiable en el equipo de campaña de la oposición mexicana es la experiencia de Sáizar en la cultura. Sáizar acompañó a su candidata a la gira y la reunió con artistas mexicanos que están triunfando en la escena cultural de Nueva York.

Respecto a los temas internacionales, el equipo de Gálvez la llevó a reuniones de cajón con periodistas del New York Times, Wall Street Journal y del Washington Post, así como con personas expertas en temas globales y de la relación bilateral del Centro Woodrow Wilson. En este centro el discurso de la candidata estuvo lleno de generalidades respecto a futuro de América del Norte y plagado de guiños a los clásicos noventeros que representan la integración norteamericana, como Robert Pastor. El discurso fue una lista de quejas sobre el Gobierno de AMLO, acusaciones de retrocesos democráticos y llamados a que se vigile el proceso electoral desde EU. Fue una caja de eco. Xóchitl dijo lo que la audiencia quería oír. El mismo discurso llevará mañana ante el secretario general de la OEA.

Ese discurso es muy pobre respecto a la relación bilateral. La candidata opositora habló mucho de los problemas de la seguridad en México, pero no denunció el fondo del problema: La guerra contra las drogas impuesta por EU. Gálvez tampoco reconoció que la violencia en México se disparó como resultado de la guerra que inició Felipe Calderón. Sus señalamientos sobre la situación de inseguridad en México parecían ser una novedad, un problema nuevo, casi creado por AMLO. Lo realmente interesante de su discurso fue que dejó dos propuestas: La creación de una agencia de aduanas norteamericana, para combatir la corrupción y el tráfico de armas y precursores de fentanilo, así como la creación de una agencia trilateral de combate a emergencias climáticas. No son malas ideas, aunque fueron sólo dos párrafos.

Quizás lo más rescatable de la gira estadounidense de Xóchitl sea que parece finalmente haber encontrado su voz. Después del incidente con un grupo de personas que le gritó, la candidata grabó un video llamando a evitar el odio y a exigirle soluciones a la clase política. Eso es refrescante y podría tener más eco en los próximos meses ante el desgaste de una sociedad polarizada.

Hay más de 37 millones de personas en EU que son de ascendencia mexicana, muchísimos con doble nacionalidad. Desde el inicio de siglo cada vez es más común que los presidenciables mexicanos busquen el voto de nuestros paisanos. En el 2018, casi 182 mil mexicanos se registraron para votar en el extranjero, pero sólo votaron 98 mil. AMLO ganó ese voto por casi el 40% de diferencia, pero Vázquez Mota lo ganó en 2012 y Calderón en 2006.

Pese a un mal incidente, la gira de Xóchitl en EU fue buena. Esto no es suficiente para cambiar la tendencia en las encuestas y mucho menos para ganar la elección. El voto mexicano en el exterior es potencial de crecimiento. Gálvez hace bien en cortejarlo, aunque realmente esté dando una batalla perdida.