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Plutocracia 4T

Durante su campaña presidencial, AMLO reconoció el problema de la relación incestuosa entre los plutócratas y la política, prometiendo acabar con ella.

Andrés Manuel López Obrador presume que gobierna para el pueblo y no para los oligarcas, como quienes le precedieron en el poder. Se jacta de tomar decisiones en nombre de las mayorías marginadas en lugar de las minorías rapaces. Se vanagloria de haber acabado con las peores prácticas del periodo neoliberal y neoporfirista. Y ese logro sería loable si fuera cierto, pero no lo es. La retórica triunfalista con la cual el Presidente describe la domesticación de los ultrarricos no coincide con la realidad. Aunque ha mejorado la distribución del ingreso, poco o nada se ha hecho para mejorar la distribución de la riqueza. Hoy, 8 de cada 100 pesos de la riqueza privada nacional -equivalentes a casi 180 mil millones de dólares- se concentran en apenas catorce ultrarricos y sus familias. La plutocracia de antes continúa siendo la plutocracia de ahora, sólo que ahora viaja en el Tren Maya con el Presidente o bebe atole con él en Palacio Nacional.

Durante su campaña presidencial, AMLO reconoció el problema de la relación incestuosa entre los plutócratas y la política, prometiendo acabar con ella. Pero ya en el poder, rehuyó ese compromiso y no cambió las reglas del juego que han producido un país tan profundo y dolorosamente desigual. No usó su mayoría legislativa para llevar a cabo una reforma fiscal progresiva, no colocó un impuesto sobre las herencias, no fortaleció la intervención del Estado para regular a los rentistas y a los rapaces, como lo hubiera hecho un Gobierno de izquierda moderna. No los obligó a competir más o a extraer menos. Al contrario, los benefició más que nunca. La plutocracia mexicana está de plácemes.

Así lo confirma el nuevo reporte de Oxfam titulado “El monopolio de la desigualdad: cómo la concentración del poder corporativo lleva a un México más desigual”. La fortuna total de los catorce ultrarricos mexicanos -aquellos con más de mil millones de dólares de riqueza- aumentó hasta casi duplicarse con la pandemia. Hoy Carlos Slim es el hombre más rico de la región, con una fortuna mayor que los otros trece ultrarricos juntos. La fortuna conjunta de Slim y Larrea creció en 70% durante los últimos cuatro años. ¿Y qué hizo el primer Gobierno de “izquierda”? Nada. Nada. Nada. Aunque ha habido algunas escaramuzas histriónicas entre los plutócratas y la Presidencia, acabaron, como siempre, acurrucados. Protegiéndose y promoviéndose y cuidándose entre sí. El capitalismo de cuates no fue encarado; ha prosperado y se ha expandido para incluir a los amigos de Andy, a los amigos de Bobby, a los amigos de Andrés Manuel, a los generales.

AMLO dispara balas contra los oligarcas, pero son de salva. En los hechos, ha sido su empleado, como tantos presidentes del pasado que renunciaron a regular la acumulación de poder e influencia de plutócratas poderosos. “Será un monopolista, pero es nuestro monopolista” es el refrán reiterado. Por ello el pillaje en su versión 4T persiste, disfrazado de falso nacionalismo y promoción de la inversión doméstica por encima de la competencia extranjera que favorece al consumidor. Por eso los rumores de echar para atrás la reforma en telecomunicaciones y eliminar la Comisión Federal de Competencia. Al Presidente no parece importarle cómo el poder monopólico en múltiples sectores tiene la capacidad de fijar precios y elevar el costo de vida para ti, lector o lectora. Durante la pandemia, las ganancias de las empresas capturaron el 60% del incremento en los precios de la economía mexicana; el periodo con el mayor aumento en el costo de vida en las últimas dos décadas. Los ultrarricos y su aliado, el Presidente, ganaron. Tú perdiste.

AMLO habla de fortalecer al Estado, revertir las privatizaciones, combatir los privilegios de las élites. Pero en los hechos, sólo va contra quienes osan cuestionarlo. Los demás callan y acumulan, aun sabiendo que el País necesita nuevas reglas del juego que apliquen para todos. El clan de los ultrarricos guarda silencio sobre el regreso de la Presidencia imperial, la erosión democrática, y el jineteo del dinero público desde Palacio Nacional. Callan porque a cambio reciben lo que siempre han recibido: La transferencia masiva de riqueza de lo público a manos privadas, vía concesiones y contratos y adjudicaciones directas. Todo se lo deben a su mecenas morenista. Tanto gracias a AMLO “El Gran Benefactor”, pero de los que siempre ganan.

Denise Dresser