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Benito, todo un caso

Después del “chupacabras” en 1996 del que nunca se supo si era un animal o un adefesio humanoide, no habíamos vuelto a tener un animal tan mediático como Benito, jirafa.

Después del osito panda “Tohui” -que resultó ser osita- nacida en 1981 en el Parque Zoológico de Chapultepec siendo el primer ejemplar panda nacido en cautiverio fuera de China, lo que lo convirtió en el orgullo del México del momento, mereciendo una canción de Yuri en su honor y la adoración de nuestros niños, y quizás también después del “chupacabras” en 1996 del que nunca se supo si era un animal o un adefesio humanoide, no habíamos vuelto a tener un animal tan mediático como Benito, jirafa macho de tres años y medio de edad recién trasladado de su inadecuado cautiverio en Ciudad Juárez al parque Africam Safari en la ciudad de Puebla gracias a la insistente labor de nueve meses de activistas protectores de animales. Para darnos una idea de la penetración mediática del tema Benito baste mencionar algunos medios internacionales que han publicado su caso como Los Angeles Times, AP News, Fresno Bee, El País (España), Change.org, Independent, ABC (España), ABC Los Ángeles, National Geographic España, Latinus, Spectrum Noticias NY1 (Nueva York), Olean Times, San Diego Union Tribune, The Herald, Daily Motion y otros, así como múltiples medios nacionales comenzando por el oficial “gob.mx”, Reforma, La Jornada, El Universal, Forbes México, Excélsior, El Financiero, El Economista, Milenio, El Heraldo, El Sol de México, López-Dóriga Digital, Aristegui Noticias y varios diarios regionales como este -EL IMPARCIAL- y varios más. ¡Ya ni Obama! Los colectivos defensores del buen trato animal se pronunciaron en “X” -antes Twitter con un mensaje de Benito al Presidente: “Hola Presidente López Obrador, soy Benito y estoy muriendo congelado. Mi saliva se está congelando y estoy muriendo por el frío extremo…” (era diciembre, Ciudad Juárez). Y llovieron miles de mensajes también intercediendo por Benito en Instagram y TikTok. Los cuidados para el traslado de Benito a su nuevo hogar de 50 mil metros cuadrados agotaron todos los aspectos: Chequeos veterinarios, transporte en cabina cerrada para el viaje de 2 mil kilómetros por carretera con caravana de seguridad por policías y la Guardia Nacional, completándose con varios vehículos de Africam Safari y de la prensa. Tal despliegue de medios, protección y seguridad no lo habíamos visto en México para un animal. Creo que aquí convergen varios factores: En primer lugar las jirafas son animales muy simpáticos, de ojos grandes y negros, nunca asustan, se ven siempre limpios y elegantes y se nos imponen porque nos ven para abajo. Por otro lado, en el caso de Benito debe considerarse que estaba sufriendo intenso Sol y calor en el verano y un penetrante frío en el invierno, y tanto, que se le congelaba el agua de su bebedero; su espacio en Juárez era de apenas 5 mil metros cuadrados que es poco para una jirafa y quizás lo peor de todo es que estaba solo. Estas condiciones provocaban lástima en los niños y adultos y a la vez indignación al ver un mamífero superior sintiente y “noble” pasarla tan mal. Y, quizás lo más decisivo es que las condiciones del trato a los animales sintientes vienen cambiando para bien, especialmente para los llamados “domésticos de compañía” –p.ej. perros y gatos, aunque nadie ha investigado si la jirafa puede considerarse “doméstico de compañía” pues quién podría tener dentro de casa un ejemplar de cuatro metros de altura, dos toneladas de peso, embarazos de quince meses y árboles de acacias; la ventajas son que duermen de pie (ahorro de tendidos) y pueden estar hasta tres días sin tomar agua y sin problema por ello, lo que representa un importante ahorro de agua, tan escasa hoy, por ejemplo en la CDMX y regiones vecinas: Sería un dolor de cabeza menos para los políticos. Finalmente, qué bueno que Benito va a estar mejor, bien alimentado, atendido y seguro. ¡Qué bien! Pero ojalá pudiéramos decir lo mismo de tantas y tantos niños, adultos y ancianos de nuestro pueblo, unos flacos, hacinados y enfermos, otros solos y abandonados. Y así desde hace –no sé- ¿dos, tres siglos? ***