Arranca la interna republicana con Trump de favorito
Este lunes hay bandera de salida en el Partido Republicano para nominar en julio al candidato que enfrentará a Joe Biden (demócrata) en noviembre.
Este lunes hay bandera de salida en el Partido Republicano para nominar en julio al candidato que enfrentará a Joe Biden (demócrata) en noviembre. El proceso interno, consistente en elecciones escalonadas en los estados y territorios, inicia con una asamblea en Iowa donde se espera que cerca de 200 mil votantes se sacudan la nieve para votar tres opciones viables: El ex presidente Donald Trump, el gobernador de Florida Ron de DeSantis y la ex gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley.
Los tres perfiles que descuellan ofrecen contrastes capaces de abarcar a casi todo el espectro republicano -habría que incluir a Vivek Ramaswamy, lejano cuarto lugar, para abarcar a los libertarios o turboneoliberales del tipo Milei (Argentina). Trump tiene como base predominante al elector blanco, rural y de bajos estudios académicos, si bien crece en lugares inesperados (latinos y jóvenes desencantados con Biden, por nombrar dos). Aunque comparte con DeSantis un discurso xenófobo-chovinista, el Gobernador de Florida se deslinda a ratos de los ataques a las instituciones electorales y de ciertas políticas económicas. Si bien tenía todo para posicionarse como un Trump descafeinado y tolerable para los moderados, el Gobernador de Florida cometió la pifia de reñir a Disney, dueña de un gran parque temático en Orlando, y desafiar la tradición republicana pro-empresarial. Ello abrió rendijas de esperanza y crecimiento lento pero continuo a Nikki Haley, representante del ala tradicional y más conservadora del partido, halcón -de línea dura ortodoxa- en política exterior, fuerte en suburbios y cada vez más crítica del ex Presidente.
Los sondeos sugieren que Trump se impondrá en Iowa, pero Nikki Haley tiene opciones reales de vencer en la segunda aduana del 23 de enero en New Hampshire (NH). De acuerdo a RealClearPolitics, la media de intención ahí es ahora mismo: Trump 44%, Haley 29%, Christie 11% y DeSantis 7%, con el tercero ya fuera de contienda y en posición de transferir más votos a la segunda. Dependiendo de la votación en NH, la disputa podría girar hacia escenarios inciertos. Pero si la lógica se impone y las encuestas aciertan, sólo un caso legal convincente podría descarrillar al favorito indiscutible. Quitando la ruta ruda y obsequiando posibilidades de milagro, el 61% de preferencia nacional que posee ahora Trump en la interna requeriría para una sorpresa que sólo dos candidatos llegaran al Supermartes del 5 de marzo y entonces sí reducir la elección interna a un dilema ético-utilitario donde se cuestione su opción de triunfo sobre el presidente Biden en un tablero más amplio y moderado.
La elección general transitaría derroteros divergentes según el candidato republicano. De resultar electo Trump, es previsible que Biden adopte un discurso que sobredimensione riesgos democráticos. Del otro lado, Biden sería vulnerable en política exterior, donde Trump logró minimizar conflictos armados y tendría más credibilidad en una agitada coyuntura global. En derechos de las mujeres, Haley adoptó posiciones moderadas en torno al aborto, tema ahora mismo favorable a los demócratas por intentos conservadores de proscripción, y neutralizaría los embates liberales. El eje de política económica favorecería a Trump por el creciente déficit público que no ha logrado reducir Biden, aunque el reducido desempleo beneficia al Presidente.
Las implicaciones para México son de inciertas a sombrías. Si bien Trump resultó menos intransigente de lo previsto, las amenazas de imponer aranceles o galvanizar pulsiones antimigratorias siguen latentes, ahora agravadas por el tráfico de fentanilo. No quedándose atrás, DeSantis buscaría tributar el envío de remesas a México para construir un muro fronterizo, mientras Haley promete enviar fuerzas especiales a México (improbable en los hechos). Los tres punteros siguen en este frente el manual para preservar competitividad jugando la fácil.
Más allá del triunfador de la interna republicana y luego la general, como telón de fondo amenaza una creciente desconfianza en la democracia y un alarmante descrédito bipartidista. Por salud vecinal, es deseable que -como advirtiera Fidel- la disputa no se reduzca a una mera elección entre Coca-Cola y Pepsi.
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