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México social a revisión

Signos Vitales acaba de dar a conocer su último informe México Social a Revisión. Lo ha dedicado a analizar la pobreza y desigualdad.

Por la absurda sucesión adelantada, llevamos meses en que la discusión política se centra únicamente en quién va a ser qué, en si Ebrard se va o se queda, en si Movimiento Ciudadano se unirá al Frente u optará por una candidatura propia, en las intervenciones ilegales del Presidente en el proceso, en los titubeos del INE frente a los evidentes actos de campaña, en el pago que se dará a los precandidatos que perdieron las encuestas de Morena.

Los problemas nacionales, que son muchos y apremiantes, aparecen sólo como telón de fondo a sabiendas de que en lo que resta del sexenio no cambiarán ni las políticas ni los resultados.

Signos Vitales acaba de dar a conocer su último informe México Social a Revisión. Lo ha dedicado a analizar la pobreza y desigualdad.

Gobiernos van y vienen y México sigue con el lastre de la pobreza y la desigualdad. Coneval ha dado sus datos sobre pobreza. Según ellos, este Gobierno ha reducido la pobreza (moderada) en 5.6 puntos porcentuales aunque la pobreza extrema sumó a sus filas a 400 mil personas más. Según el prestigiado Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) la pobreza se redujo en sólo 0.1 puntos porcentuales en 2022 respecto del inicio de la administración en 2018.

Aunque el combate a la pobreza ha sido parte de todos los planes y programas de los gobiernos de México, medida por el nivel de ingresos, no sólo no se ha reducido, sino que incluso ha aumentado en los últimos años. Hay un dato aterrador: Desde 1970 a la fecha, los niveles de pobreza han oscilado en un promedio de 50%, o sea, uno de cada dos mexicanos ha enfrentado condiciones de pobreza desde hace 52 años. Este dato, como bien señala el estudio, “cuestiona el impacto de las políticas implementadas hasta ahora”, incluido el Gobierno actual.

Algo anda mal. Se destinan cada vez más recursos -con algunas alzas y bajas- a resolver el problema, pero avanzamos poco o incluso retrocedemos. Signos Vitales muestra que aunque “el monto total absoluto en pesos constantes se coloca en un máximo histórico en 2022 con 1.3 billones de pesos, al ser comparado respecto del PIB, el aumento ha sido de apenas 0.7% respecto de 2018, llegando a representar únicamente un 4.7% del PIB. Entre 2008 y 2022 se han gastado cerca de 17.21 billones de pesos en programas y acciones federales y la pobreza no sólo no ha bajado, sino que incluso ha aumentado”. De salud y educación ni hablar. Hoy, menos estudiantes en condición de pobreza reciben apoyos (Becas Benito Juárez) de lo que recibían los hogares en 2018 con Prospera y se calcula la “pérdida de hasta 1.5 años de aprendizaje así como el aumento de la pobreza de aprendizajes”.

Hoy se ha desmantelado el sistema científico y tecnológico que de por sí era insuficiente. Hoy, se ha dejado a más de 30 millones de personas sin acceso a los servicios de salud.

En estas condiciones la movilidad social, que es simplemente el cambio en tu condición socioeconómica, está obturada. Según los datos ofrecidos, existe evidencia de que México, siendo la segunda economía más grande del subcontinente, es el sexto País con menor movilidad entre generaciones de educación entre al menos 19 países latinoamericanos, siendo que nuestro País es la segunda economía más grande.

México Social a Revisión identifica 10 barreras para la movilidad social que no han logrado superarse. Ya estamos en época electoral, las candidatas que hasta hoy tenemos, deberían pronunciarse respecto a ellas y decirnos qué harían eliminarlas: Ser mujer, tener un tono de piel obscura, crecer en un hogar de bajo nivel socioeconómico, tener padres con bajo nivel educativo, tener un padre que haya trabajado en el sector informal, haber trabajado durante la infancia, contar con educación pública vespertina, tener un primer trabajo en el sector informal y no contar con acceso a servicios de cuidado infantil.

El estudio también propone algunas salidas. Ampliar el enfoque conceptual de la pobreza, esto es, no reducirlo a los programas sociales, sino incorporar factores como el crecimiento y la disminución del trabajo informal; dejar de ver “la pobreza desde una connotación político-electoral, que enfatiza la transferencia monetaria” en lugar de la de los derechos humanos”; cambiar la orientación a una que iguale las oportunidades a través de mecanismos como el ingreso básico universal, los préstamos para vivienda, los programas de apoyo individuales y familiares, y las políticas universales en salud y educación. Finalmente, acabar con la inseguridad o gobernanza criminal que “permite que grupos de poder formales e informales obtengan beneficios económicos y políticos y que tienen como efecto por un lado, la apropiación, obstrucción y afectación de los bienes y servicios públicos”. ¿Qué opinan las candidatas?

María Amparo Casar es licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, maestra y doctora por la Universidad de Cambridge. Especialista en temas de política mexicana y política comparada.

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