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El segundo piso de una política industrial transformadora

México goza de un creciente interés global por la disociación entre Estados Unidos y China.

Claudia Sheinbaum es la indiscutible favorita para imponerse en la elección presidencial. Arrasa en casi todas las encuestas con una brecha entre primero y segundo lugar estable a pesar del creciente conocimiento de Xóchitl Gálvez (PRI-PAN): Motivo de alarma para el ojo entrenado en campañas o demoscopía. La cómoda posición de la morenista incrementa la expectativa de conocer a fondo el proyecto de Nación que presentará, el cual sintetiza de manera general y por restricciones electorales del INE como “el segundo piso de la Transformación”.

Un eje fundamental en cualquier propuesta programática es la política económica. El viraje reciente confirmó que no todos los partidos o políticos son iguales. La 4T apostó por incrementos reales al salario (mínimo y medio), énfasis recaudatorio en grandes contribuyentes, desarrollo regional priorizando al Sur, expansión de programas sociales, austeridad en la cima del Gobierno, combate a la expropiación de valor público y social (fin a privatizaciones), impulso a la inversión pública con énfasis en transporte y conectividad, entre otras políticas. Y destaca sobremanera que con AMLO quedó sepultado el dicho: “La mejor política industrial es la que no existe”. Claudia Sheinbaum puede aportar un segundo momento de hondo calado y largo aliento.

México goza de un creciente interés global por la disociación entre Estados Unidos y China. Apenas el sábado 16 de septiembre, Bloomberg (prensa especializada en negocios) destacó el resurgir del “Mexican Moment” aparejado de una advertencia: Ya en el pasado con las crisis petroleras y cambiarias (94-95) se dejaron escapar ventanas de oportunidad por geopolítica favorable -gracias, PRI.

El Gobierno de López Obrador guarda su mérito: Sin barco, no hay viento favorable por navegar. La estabilidad macroeconómica y la solidez de las finanzas públicas es apenas el cimiento. De igual trascendencia es la relación de respeto y colaboración con Biden, que permitió colocar en la agenda bilateral el Plan Sonora y aterrizar la llegada de siete megaproyectos de gas natural licuado para surtir a Europa y Japón. Antes, la contención del embate trumpista y la negociación final del T-MEC fueron indispensables. Abajo, el proyecto del Istmo que articula trenes, puertos y naves industriales ofrece un atractivo adicional para llegar a la Coste Este de los Estados Unidos. Arriba, la frontera Norte aprovecha las tarifas homologadas y los incentivos fiscales. En suma, México tiene un relato con política pública sustancial que complementa al TLC y la geografía.

La próxima Presidenta puede agregar capas de complejidad a una política industrial en ascenso: ¿Implementará una segunda ola de megaproyectos para el Sur? ¿Si no abraza una reforma fiscal progresiva (que grave más a los ricos), dónde afinará esfuerzos de recaudación? ¿Recalibrará la política de vivienda para acompañar los cambios migratorios y giros de inversión? ¿Cómo acelerará la transición energética para que sea justa y ordenada? ¿Dónde focalizará la inversión en Pemex para blindar sus finanzas? ¿Qué modelo de financiamiento utilizará para ampliar el transporte público limpio? ¿Ajustará la banca de desarrollo para detonar el crédito? ¿Invertirá en la edificación directa (estatal) de naves industriales para la atracción de inversiones por relocalización? ¿Cómo elevará el contenido nacional en las cadenas de valor? ¿Mirará al Sur global para cooperación y acuerdos comerciales?

La base para edificar la propuesta programática emana del legado obradorista y del trabajo en precampaña, pero el colado fino abrevará del sentimiento nacional y las demandas populares. Los equilibrios deseables son claros: Prioridad para obras de mayor beneficio social, prosperidad compartida, desarrollo regional reparador de adeudos históricos, sana distancia de grupos de interés corporativos, responsabilidad hacendaria, justicia intergeneracional y sentido de época, entre otros.

Claudia Sheinbaum tiene las tablas técnicas, el historial congruente, los principios rectores y un equipo solvente para redactar un programa ejemplar. Tiene viento a favor con menos entuertos por enderezar. Dijo Maquiavelo que un escultor sacará más fácilmente una bella estatua de un mármol no trabajado que de uno mal esbozado por otro. AMLO compuso la materia prima y ahora toca esculpir el más fino valor social.

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