Epitafio de una transformación
Grandes criminales que no solo utilizan indebidamente la hacienda pública para beneficio propio, de grupo y dinástico, hurtan la esperanza de un México que sueña con un futuro mejor.
Al compás de la sonata para piano número 2, Opus 35 de Chopin, en el lento caminar de un hombre derrotado, todo México será testigo de la futilidad de una movilización y despilfarro de recursos sin precedentes. Una marcha fúnebre desde el poder para aplacar la ira, envidia y orgullo lastimado de quien la historia juzgará como un hombre pequeño que no estuvo a la altura de las circunstancias y tiempo en que le tocó vivir. Los herederos marcharan en unidad fingida, para acabado el luto, iniciar la guerra fratricida en aras de ser ungidos como heredero universal. Sin duda alguna habrá quienes de buena o ingenua fe participaran en esta marcha soñando que son actores de reparto en el segundo acto de la gran Ópera de Verdi, Aida. Llenarán el espacio público, recibirán sus dádivas, reforzaran su identidad de grupo y regresaran a la realidad de un México que a cuatro años de distancia tiene poco que celebrar en materia de seguridad, salud, educación, economía, infraestructura, cohesión, movilidad social, justicia y combate a la corrupción.
La movilización, uso y desvío de recursos públicos de la hacienda pública federal, estatal y municipal representa no solamente un delito, también representa el regreso de aquel partido hegemónico que dilapidaba y privatizaba recursos para enaltecer a su Übermensch sexenal.
Gobernadores, alcaldes, legisladores, secretarios de despacho sin pudor alguno alabando el traje nuevo del emperador desnudo. Grandes criminales que no solo utilizan indebidamente la hacienda pública para beneficio propio, de grupo y dinástico, hurtan la esperanza de un México que sueña con un futuro mejor. Gobernantes perdidos en frivolidades y pugnas estériles buscando reescribir la historia y apropiarse de la hacienda pública, olvidando la obligación de hacerse cargo del presente, así como prepararnos para un futuro globalizado.
Al final de la marcha marca el inicio del fatídico quinto año de Gobierno donde las prioridades de López Obrador enunciadas reiteradamente y plasmadas en su intención presupuestal son terminar sus proyectos emblemáticos sin reparar en el costo, así como el ampliar los programas clientelares en busca de poder instaurar un nuevo maximato, noventa años después. Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo, advertía Santayana. Desafortunadamente en el camino se encontrará voluntarios para emular el papel que Rafael Acosta protagonizó en Iztapalapa en la elección de 2009.
Para Sonora esto representa malas noticias al estar lejos de las prioridades presupuestales del Presidente, solo se contempla en el presupuesto una importante inversión en materia hidráulica para beneficiar a la tribu Yaqui, dejando sin presupuesto el resto de las multimillonarias obras anunciadas por Alfonso Durazo. Ante ello, en el presupuesto de Sonora se contempla incrementar la recaudación de impuestos, aumentar derechos, así como deuda adicional, no obstante la promesa del Gobernador, nuevamente observamos que la palabra de un político es de poco valor.
Aunque no se contemplan en el presupuesto entregado para su análisis al Congreso del Estado de Sonora, esta semana se anunció una obra de infraestructura en materia hidráulica para control de avenidas y ejes emblemáticos en ocho ciudades para lo cual Durazo Montaño anuncia que solicitará créditos por 735 y 539 millones pesos, respectivamente. Se anunció también la construcción de siete libramientos y dos carreteras vía el esquema de obra concesionada con una inversión superior a 11 mil millones de pesos.
En el anuncio de las obras antes mencionadas Durazo expuso: “Con el crédito traigo el dinero, nos damos capacidad presupuestal y nos comprometemos a pagar. Austeridad, ahorros, combate a la corrupción y precios de veras, ajustados, sin entres, sin cuotas, sin mordidas, nada de por medio; de tal manera que eficientemos el uso de ese recurso”.
La palabra de un gobernante que promete, contrastada con la experiencia de una sociedad que observa que en lo que va de la administración de Durazo la asignación directa es el modelo favorito de ejercer el gasto público, que la transparencia, combate a la corrupción y legalidad es materia olvidada.
Todo esto implica deuda adicional para un Gobierno de Sonora que proyecta destinar 2 mil 776 millones de pesos para pago de intereses en 2023, en una administración que prometió financiar sus proyectos en base a ahorros de 4 mil 500 millones de pesos al año por su experiencia en la administración pública de años y buen manejo anticipado de la hacienda pública. Los libramientos y carreteras concesionadas también representan un pasivo, lo que cambia es que la fuente de pago donde presumiblemente serían las cuotas por cobrar a los usuarios por un tiempo determinado, tiempo que la historia nos enseña que es a perpetuidad.
La disputa por las calles representada por la movilización desde la presidencia para establecer la primacía de la superestructura como la conceptualizaba Gramsci busca asfixiar las aspiraciones de una sociedad civil plural, inhibir la participación y sembrar desesperanza en las posibilidades de una auténtica transformación. En un México donde la constante es que la “clase política” sin distingos de colores nos han quedado a deber.
Estamos a tiempo de revertir el destino que nos presentan estos “políticos tradicionales” como inevitable, con la participación ciudadana comprometida y propositiva lo lograremos. A aquellos que buscan el silencio de quienes alzamos la voz, les anticipo que no lo van a lograr.
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