Qatar
La Copa del Mundo da un respiro, pero al mismo tiempo evidencia problemas globales y pone el énfasis también en algunos temas de política y de derechos humanos
El mundo entero mira a Qatar y se emociona, vibra con la fiesta del Mundial de Futbol. Durante la mayor parte de mi vida traté de ignorar esta fecha. No me gusta el futbol, no lo sigo, pero renuncié a ir a contracorriente. Desde Sudáfrica 2010 empecé a seguir a la Selección Mexicana y a la afición. Empecé a dejarme contagiar por los sentimientos contrastantes de esperanza/felicidad y decepción/enojo que genera el desempeño de México. Empecé a molestarme por el comportamiento de la afición, por los gritos de “pu…”, pero también a emocionarme cuando escuchaba su presencia en los estadios. Desde entonces, cada cuatro años sigo el Mundial con atención y, confieso, con mucha emoción. Me reúno con amistades a ver los partidos de México.
El Mundial de Futbol empezó y difícilmente estaremos hablando de otra cosa en las próximas semanas. La Copa del Mundo da un respiro, pero al mismo tiempo evidencia problemas globales y pone el énfasis también en algunos temas de política y de derechos humanos. Eventos globales como las Olimpiadas o los Mundiales son momentos que muestran lo mejor y lo peor de la humanidad. El lado más luminoso, pero también el más oscuro.
Los gobiernos y empresarios que invirtieron capital político y económico para llevar la fiesta pambolera a sus países tienen la enorme presión de que todo funcione y de que los asistentes se vayan con la mejor impresión y para ello, en el camino, trabajan a marchas forzadas para construir estadios faraónicos en los que contratan mano de obra barata, sin derechos y que explotan para trabajar a contrarreloj. Varios medios internacionales han evidenciado ya cómo detrás de los imponentes estadios qataríes está la explotación y hasta la muerte de trabajadores migrantes. La organización Amnistía Internacional incluso llegó a documentar la muerte de más de 15 mil muertos en Qatar entre 2010 y 2019, pero este dato podría ser engañoso.
En Qatar el acento está puesto en la diversidad sexual. Las leyes qataríes sancionan hasta con tres años de prisión los actos sexuales entre dos hombres y prohíben el activismo proderechos LGBT. En los últimos años, el futbol global se ha convertido en un espacio de inclusión. Las federaciones europeas y algunas americanas han lanzado campañas contra la homofobia en el deporte e incluso algunos jugadores han salido del clóset y han sido arropados por sus aficionados. El homofóbico grito de “pu…” ha sido sancionado por la FIFA. Por ello, hoy es contradictorio que Qatar sea la sede del Mundial y será el tema político a discutir durante la Copa del Mundo.
Maluma recientemente se levantó molesto de una entrevista porque le preguntaron sobre los derechos humanos en Qatar y porque lo contrastaron con Shakira y Dua Lipa, quienes rechazaron participar precisamente por este tema. Varias selecciones de futbol europeas prometieron usar un brazalete con el arcoíris y la leyenda “One Love” en apoyo a la diversidad sexual, pero la FIFA ya amenazó con sanciones. Veremos cuáles jugadores desafían la prohibición de las autoridades qataríes de apoyar los derechos LGBT o siquiera de mostrar los colores del arcoíris.
En muchos sentidos estas fiestas futboleras y las Olimpiadas terminan siendo una simulación. En los Olímpicos de Invierno de 2014, por ejemplo, un paraíso subtropical sirvió para la fiesta de Vladimir Putin en Sochi. Brasil se vendió como un “gigante” cuando logró ser la sede del Mundial de 2014 y de los Juegos Olímpicos del 2016. La estabilidad económica que Brasil presumió se tradujo en protestas multitudinarias que exigían mejor transporte público para los brasileños y que criticaban el despilfarro de recursos para infraestructura deportiva o el acoso policiaco a las favelas. En Rusia y en Brasil, así como en Qatar este 2022, se venden fantasías.
A pesar de las protestas y críticas, después de Sochi y del Mundial ruso de 2018, Putin no hizo más que endurecer su postura anti LGBT. Veremos qué sucede con Qatar y los derechos de la diversidad sexual, pero por lo pronto esperemos que le vaya bien a la Selección Mexicana, ¡que lleguen al cuarto partido!