El dispositivo
Con frecuencia detrás de una confusión intencionalmente provocada se encuentra un motivo de ganancia económica, cuando no una consigna ideológica o política.
La intención de este artículo es presentar una muestra de cómo incluso en temas de salud alguna vez se nos brinda información confusa, no sólo técnica, sino también éticamente.
Con frecuencia detrás de una confusión intencionalmente provocada se encuentra un motivo de ganancia económica, cuando no una consigna ideológica o política.
El usuario de cualquier servicio de salud tiene el derecho de otorgar o negar su consentimiento para ser sometido a cualquier manipulación, tratamiento o procedimiento, pero para que tal consentimiento sea verdadero es fundamental que dicho usuario sea correctamente informado de las características e implicaciones de dicho procedimiento.
Me concentro aquí en un punto de interés popular general y no sólo para mujeres. Me refiero al dispositivo intrauterino (DIU), ese pequeño artefacto que se introduce en el interior de la matriz con la intención de bloquear la posibilidad de un embarazo (imagen adjunta). Revisaré tres mensajes de difusión popular, cada uno de diferente fuente.
En un portal de difusión mundial de la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF, por sus siglas en inglés) sobre el DIU dice textualmente: “Mito: Algunas parejas no quieren usar el DIU porque creen incorrectamente que evita el embarazo, ya que provoca abortos”. Y continúa: “Realidad: El DIU no trabaja provocando abortos”, pero renglones abajo cierra el tema diciendo: “En un caso muy raro el DIU previene la implantación, lo cual es considerado como un anticonceptivo y no un efecto abortífero”.
Aquí debe subrayarse que la implantación se refiere a la “anidación” del diminuto embrión en el interior de la matriz de la madre de manera que, al bloquearse dicha implantación, el diminuto nuevo ser concebido pocos días antes no encuentra “nido” donde continuar su desarrollo y morirá.
Lo que dice este mensaje de la IPPF no es lo suficientemente claro como para ser cabalmente entendido por la usuaria o la pareja progenitora del minúsculo nuevo ser humano. Si, como dice el mismo mensaje, hay parejas que no aceptan ser participantes de un micro o “miniaborto”, la explicación de la organización debería ser más transparente a fin de no dejar una idea equívoca en el público, como de hecho ocurre.
Otra organización, la Asociación Americana del Embarazo, en su portal correspondiente al DIU dice que, tanto el dispositivo que contiene progesterona como el de cobre, tienen varios mecanismos de acción para bloquear la posibilidad de un embarazo: Una es la de impedir la concepción alterando las propiedades fisiológicas del moco del cuello de la matriz o del interior de ésta de manera que los espermatozoides no pueden alcanzar al óvulo; este es un mecanismo anticonceptivo, como también lo es la probable falta de ovulación en el caso de la progesterona, y un tercer efecto que es bloquear la anidación del diminuto embrión concebido pocos días antes de manera que morirá y aquí el mensaje cierra con esta advertencia: “Es importante considerar las implicaciones éticas de este tercer método”, pues lo que ocurre es la ya prevista muerte inevitable del recién concebido, ciertamente aún microscópico, pero que definitivamente es un ser humano vivo, individual y único, al que sólo le falta desarrollarse.
Finalmente, una organización de servicio a estudiantes de medicina y enfermería, “La Guía Calgary para Entender las Enfermedades”, que en su mención sobre los mecanismos del DIU indica con claridad que ambas modalidades –el de progesterona y el de cobre- o tienen un mecanismo anticonceptivo o bien un mecanismo que bloquea la anidación del diminuto embrión en el interior de la matriz de su madre.
Pues bien, si uno se queda sólo con la información de la IPPF es fácil verse confundido, e igual sucede con las explicaciones de algunas organizaciones comerciales, gubernamentales e incluso las organizaciones internacionales oficiales, en las que es evidente la insuficiente transparencia en diversos temas de salud, especialmente cuando ven amenazada una dudosa calidad –o claridadética.
Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética.
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