Historia de una histeria

En el Hospital Regional de Herat, tercera ciudad más grande de Afganistán con medio millón de habitantes, se atendieron durante el año pasado 12 mil 700 casos de mujeres, la mayoría adolescentes, con un conjunto de síntomas muy similares entre ellas consistentes en desvanecimiento, pérdida de consciencia, movimientos anormales de apariencia convulsiva e incluso parálisis, pero tras las revisiones y estudios médicos no se encontró daño físico en ningún órgano corporal ni evidencia de intoxicación o contaminación por algún agente físico nocivo.

Esta situación no fue nueva para el 2021, pues durante el 2020 los registros del mismo hospital acumularon 10 mil 800 casos del mismo mal. Expertos domésticos y foráneos han concluido que se trata de casos de “histeria colectiva” también entendida como “trastorno sociogénico o sicogénico masivo”, “histeria epidémica” o “trastorno conversivo colectivo”, entre otros.

Sólo en la provincia de Herat entre 2010 y 2019 se registraron en el Departamento de Siquiatría del citado hospital decenas de miles de casos de jovencitas que, además de algunos de los síntomas mencionados, acudían también con mareos, debilidad, dolor de cabeza, náuseas, dolor abdominal, “estados de trance” e incluso inconscientes e igualmente sin encontrárseles ninguna causa física.

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Un Papa prudente

Tras el tratamiento con soluciones (“sueros”) intravenosas, tranquilizantes y en algunos casos sedantes, muchas jovencitas salían bien a casa al día siguiente. Y no se trata de un hecho limitado a esa provincia de Afganistán, sino un hallazgo identificado de forma diseminada en el País.

Las causas que suelen estar detrás de esos casos de “histeria” o conversión colectiva incluyen estrés, amenazas o miedo en el seno del grupo o medio social del que se trate; en general el miedo es a algo que realmente sí les puede ocurrir. En el caso concreto de los grupos de adolescentes afganas suelen tener ellas una seria sospecha de que en sus escuelas los opositores a la educación escolar de las mujeres rocían vapores tóxicos o contaminan los depósitos de agua a fin de disuadir a padrese hijas de acudir a las escuelas.

No sólo en Afganistán. En México han habido casos famosos de “histeria colectiva”, como el ocurrido entre 2006 y 2007 en alumnas del internado Villa de los Niños, en Chalco, Estado de México, habiéndose registrado 600 casos entre las cuatro mil alumnas caracterizados por náuseas, vómitos, dolor de piernas e incapacidad para caminar viéndose que en muchas de ellas cuando el médico les anunciaba que les aplicaría una inyección muy efectiva, y de hecho se les aplicaba, pero sin medicamento sino una solución inerte (un placebo), y resultó que pronto se levantaban y podían caminar.

En Sonora recordamos el caso de las y los 19 menores del puerto de Yavaros, municipio de Huatabampo, que después de jugar a la ouija y haber entendido que ésta les anunció que serían objeto de una grave tragedia desarrollaron síntomas como desmayos, náuseas, dolores de cabeza y episodios de risa; la investigación médica descartó toda posibilidad de intoxicación y de enfermedad física concluyéndose el diagnóstico de “trastorno conversivo colectivo”, desorden de origen típicamente sicológico.

En las condiciones actuales de alta inseguridad criminal que sufre México no se ignora que, especialmente las mujeres jóvenes y tras la difusión detallada en los medios de las frecuentes y crecientes amenazas, lesiones y asesinatos de féminas, muchas de ellas se perciben ya en sintonía colectiva por el riesgo real de ser víctimas, lo cual les genera cambios de conducta como aislamiento, desconfianza, encierro, estados de estrés emocional intenso y miedo sentándose las bases para que, dadas ciertas circunstancias, se generen episodios de histeria colectiva. La inseguridad colectiva impone malestar -negación de bienestar- que es toque de arranque para otra historia de histeria colectiva.

Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética