Seguir las 4 huellas
En la propagación del Evangelio no se da a conocer una doctrina, sino a Alguien, y ese Alguien es Jesús.
1) Para saber
El historiador Adalbert Hamman (1910–2000) fue un prestigioso historiador sacerdote franciscano. Fue experto en estudiar los primeros años del cristianismo y la Patrística, profesor en Québec y Montreal. Uno de sus libros se titula “La vida cotidiana de los primeros cristianos”. Ahí relata cómo aquellos primeros hermanos en la fe, no contaban con programas y técnicas especiales para transmitir el Evangelio.
Lo que hicieron fue imitar como habían vivido los Apóstoles. Se sentían con el deber de transmitir el tesoro que había sido confiado a sus manos. Así, cada fiel se convertía en apóstol y la predicación se extendió por todas partes gracias a gentes desconocidas. El cristianismo se extendió como una mancha de aceite, pues se iba comunicando de oreja a oreja, por medio del ejemplo y de palabra en la familia, el trabajo, las relaciones sociales.
Los escritores romanos Tácito y Plinio emplean la palabra «contagio», para caracterizar cómo se propagaba la nueva religión de esposa a marido, de esclavo a amo y de amo a esclavo, de zapatero remendón a cliente.
El papa Francisco también se refirió a las primeras comunidades de cristianas para señalarnos cuáles han de ser “las cuatro huellas de un buen cristiano”: Primero, escuchar la enseñanza apostólica, ser fiel a la doctrina; luego, vivir la caridad en todas las relaciones, compartiendo los bienes espirituales y materiales; luego, rememorar al Señor a través de la Eucaristía; y por último, dialogar con Dios en la oración.
2) Para pensar
En una entrevista a la Madre Teresa de Calcuta le preguntaban si en las casas que había abierto para el cuidado de los enfermos de sida les hablaban de Dios. Ella contestó: “Naturalmente. Rezamos con ellos y les enseñamos a rezar. Los llevamos a confesarse y a reconciliarse con Dios”. El entrevistador continuó: “Mucha gente piensa que evangelizar no significa siempre hablar de Jesucristo”. A lo que la santa Madre respondió: “¿Y de quién piensan entonces que hay que hablar? ¿De qué?” El periodista dijo: “Dicen que basta acompañar a los hombres”. La Madre le refutó: “Pero, entonces, no son misioneros. No están proclamando a Cristo. Están actuando por algo y nosotros lo hacemos por Alguien”.
En la propagación del Evangelio no se da a conocer una doctrina, sino a Alguien, y ese Alguien es Jesús.
3) Para vivir
En los Hechos de los Apóstoles, se muestra a la Iglesia de Jerusalén como el modelo de toda comunidad cristiana. Ahí los cristianos asistían a la santa Misa y dialogaban con Dios en la oración. La liturgia es el lugar donde se tiene el encuentro con Jesús Resucitado y se experimenta su amor.
Los creyentes vivían todos unidos, conscientes de la unión de todos en Cristo. Se sentían llamados a compartir con todos los bienes espirituales y materiales, según la necesidad de cada uno. Así, la Iglesia se convierte en fermento de un mundo nuevo, en el que florece la justicia, la solidaridad y la compasión. Ello se convierte en una fuente de atracción que fascina y conquista a los demás. Hoy en día también hemos de saber compartir con el prójimo para seguir haciendo la Iglesia.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí
Grupo Healy © Copyright Impresora y Editorial S.A. de C.V. Todos los derechos reservados