Las condonaciones
El fin del "huachicol de cuello blanco", dijo, haciendo honor a su estilo personal de comunicar las cosas.
El Presidente dio a conocer, esta semana, una noticia que sacudió a las esferas políticas y económicas de México y que reviste una extraordinaria importancia. Andrés Manuel López Obrador anunció que se acaba la facultad del Ejecutivo para condonar impuestos a los grandes contribuyentes de México. Ni más ni menos. El fin del "huachicol de cuello blanco", dijo, haciendo honor a su estilo personal de comunicar las cosas.
La firma del decreto con el que se autoimpone la prohibición de condonar impuestos a los grandes contribuyentes, estuvo precedida por la exposición de la jefa del SAT, Margarita Ríos-Farjat, sobre el tamaño del boquete abierto a las finanzas públicas nacionales. Entre 2007 y 2018 sumaron 400 mil millones de pesos en condonaciones, 45 de los cuales concentran el 33% de lo condonado, es decir, los beneficios fueron a los llamados grandes contribuyentes.
La cifra que presentó el SAT no especifica a qué tipo de condonaciones se refiere y debería aclararlo, porque Fundar, Centro de Análisis e Investigación, la organización que a punta de solicitudes de información y litigios estratégicos ha logrado victorias, especialmente en este tema, señala que entre 2007-2018 podrían ascender, no a 400 mil, sino casi a 630 mil millones de pesos. Más allá de que se precise la cifra y tipo de condonaciones de esos años, lo cierto es que estamos hablando de cantidades suficientemente grandes, enormes, como para considerar esto como un asunto de Estado.
Desde los tiempos en que el IFAI resolvió los primeros recursos -hace casi una década- a favor de revelar los nombres de los beneficiarios por la cancelación de cantidades millonarias de créditos fiscales -primos hermanos de las condonaciones-, los grandes contribuyentes se movieron en todos los ámbitos para proteger sus identidades. Hasta la CNDH les otorgó a los primeros medidas cautelares. Fundar señala que, con datos obtenidos con información pública recopilada: De 2007 a 2018, la cancelación de créditos fue de 1.1 billón de pesos; 19% del presupuesto aprobado en 2019.
En la suma, condonaciones más cancelaciones de créditos, la cifra es descomunal. ¿Qué hubiera sucedido si esos recursos multimillonarios, que no llegaron a las arcas nacionales, hubieran sido ocupados con un mínimo de eficiencia en educación, salud, infraestructura, ciencia, cultura y desarrollo? Muchísimas cosas. Si ese dinero que no se entregó al fisco se hubiera ocupado como se debe, simple y sencillamente, este País sería otro.
¿Hasta dónde se va a llegar? ¿Se quedará en lo que la jefa del SAT dijo sobre que: "... lo condonado, condonado está"? ¿O se abrirán juicios de lesividad como más de uno está proponiendo?
El Presidente ha dado un paso sustantivo en favor de la progresividad y en contra de los privilegios fiscales y, en consecuencia, de las grandes concentraciones. Esto es importante para cualquier país que aspira a un modelo que busque los equilibrios y atempere las desigualdades. Para un país como México, más que importante, el asunto es crucial por la inequidad crónica que padecemos.
No se trata de violar el secreto fiscal al que tienen derecho empresas y ciudadanos, se trata de conocer oficialmente quiénes y por qué montos se beneficiaron por acciones que lesionaron el interés de la mayoría.
Reforma ha revelado información trascendente. La lista de las empresas que mantienen abiertos 52 juicios de amparo con los que impugnan la orden del INAI que obliga al Gobierno a la difusión de los grupos beneficiados. Ahí están los nombres de quienes no quieren que se difundan identidades ni montos. Automotrices, empresas de alimentos, la banca en pleno, equipos de futbol, farmacéuticas, las principales industrias, telefónicas, tiendas departamentales, televisoras y otros gigantes económicos.
Frente al abuso y excesos cometidos, López Obrador decidió cortar de cuajo. Sabedor de la capacidad de presión que pueden tener los grandes poderes económicos y, sobre todo, mediáticos, no dejó que llegaran a su puerta quienes, desde hace años, conocen el caminito. Optó por cortarse la mano con la que podía conceder la gracia.