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El Imparcial / Mexicali / Día de la mujer

Una paramédico va más allá de aliviar un dolor físico

La vocación en este oficio es lo que hace la diferencia al atender a quienes necesitan de su ayuda.

Mexicali, B.C.- Aunque Erika ingresó hace poco a la Cruz Roja en Mexicali, desde muy joven mostró interés por ayudar a las personas, primero como enfermera y ahora como socorrista o técnica en urgencias médicas.

Erika Gutiérrez García recién cumplió un año atendiendo reportes de emergencias con la Cruz Roja y descubrió que la vocación no se enseña en la escuela, sino en el día a día, ayudando a las personas en sus momentos más vulnerables.

Primero trató de ingresar muy joven a la carrera de enfermería en la UABC, sin embargo al no lograrlo, la vida la acercó a la profesión de cosmetología y estilismo, en el que se desarrolló en los últimos años mientras llegaron a su vida los hijos y el matrimonio.

Cuándo se dio cuenta de la convocatoria para entrar a estudiar la carrera de técnica en urgencias médicas para la Cruz Roja, supo que era su momento de retomar esa pasión de ayudar que desde joven tenía.

Daniel Resendiz

“Entré a ver qué tal y quedé seleccionada, y me aventé todo un año de escuela y mientras más iba aprendiendo más me iba gustando”, expresó.

Para Erika fue un salto de fe, pues desconocía cómo funcionaba la Cruz Roja y no tenía amigos, conocidos o familiares que le platicaran la experiencia que era el ayudar a las personas enfermas, heridas o lesionadas que solicitan la ayuda de los paramédicos en ambulancia.

A pesar de ello, Erika obtuvo todo el apoyo de su familia y su esposo, quienes no dejaron que se rindiera y la alentaron a desempeñarse en lo que a ella le apasiona.

Una de las primeras experiencias que tuvo fue el atender a un joven que había sido baleado junto a otra persona que perdió la vida de manera instantánea, y que dependía de ella que llegara con vida a un hospital.

“En ese instante pues solo vengo yo y el paciente detrás de la ambulancia y él venía muy desesperado y mi cabeza estaba dando vueltas para saber qué más podía hacer para ayudarlo y gracias a Dios llegó al hospital, al aplicar todos los conocimientos que tuve en la escuela; fue algo que me impactó mucho porque era un muchacho muy joven”, recordó.

Además de los choques de tránsito, las sobredosis o los adultos mayores que sufren caídas y fracturas en sus domicilios, una de las llamadas más comunes son la atención de crisis de ansiedad o ataques de pánico.

Erika recuerda que en una ocasión atendieron el caso de un joven que tenía un cuadro de hipertensión, quien en realidad había tratado de quitarse la vida momentos antes.

En ese momento, la parte posterior de la ambulancia se convirtió en un pequeño y breve confesionario, en el que el hombre pudo explicarle la situación por la que estaba pasando, y Erika supo entablar una conversación con él para hacerlo sentir mejor.

Daniel Resendiz

“Cuando se bajó de la ambulancia al llegar a la clínica me tomó de la mano y me agradeció por lo que hice y me puse a pensar que si yo lo hubiera dejado ahí al decirle que se le iba a pasar, probablemente el resultado hubiera sido distinto”, comentó.

Erika sabe de los riesgos que conlleva este trabajo y todos los días sale de casa luego de despedirse de sus hijos y su esposo, además de encomendarse a Dios para volver a casa y verlos de nuevo.

LA FAMILIA UN SOPORTE

Su familia también se ha vuelto su soporte para poder desahogar todo lo que ella vive y atestigua día a día al tratar con decenas de personas en sus momentos más vulnerables y necesitadas de ayuda, ya sea para aliviar un dolor físico o incluso emocional.

“Mi instructor en la escuela me dijo que debía de tratar a todos los pacientes como quisiera que trataran a mis familiares y así lo he hecho, si hay algo que pueda hacer por ellos siempre lo hago, incluso si hay momento de bromear un poco con ellos, lo hacemos para hacerlos sentir seguros”, dijo.

La diferencia, recalcó, la hace la vocación a este trabajo, porque no se trata con algo mate rial, sino de la vida de las personas, de su salud, incluso de algún dolor emocional. Sabe que como mujer ha hecho una diferencia para ayudar a otros, desde su trinchera.

A raíz de su experiencia, Erika no duda en invitar a otras mujeres como voluntarias o técnicas en urgencias médicas, pues es un trabajo que ha resultado satisfactorio para ella como ser humano y al que, a pesar de los riesgos, le ha tomado mucho amor.

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