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El Imparcial / Tijuana / Cicese

Mexicanos no protegen la propiedad intelectual

La falta de cultura de derecho y de colaboración entre instituciones, así como desconocer el potencial de patentamiento de una investigación, fueron los retos acordados en conferencias y debates celebrados en el Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (Cicese) por el Día Mundial de la Propiedad Intelectual.

“Universidades y centros de investigación son incubadoras fundamentales de la innovación por su profundo conocimiento, habilidades y sobre todo, por las ideas creativas de las personas que los conforman y éstas deben ser protegidas para avanzar en el campo de la innovación”, mencionó Susan Armstrong, vicepresidenta de Qualcomm, inc.

Por su parte, Héctor Chagoya, director de Patentes y Tecnología en Becerril, Coca & Becerril, S.C; consideró que uno de los retos a los que se enfrenta la propiedad intelectual (PI), es la cultura de derecho.

Señaló que desconocer lo básico de las leyes de PI, aunado a otros inhibidores como la capacidad económica , ya que los procesos para patentar no son baratos, y el interés en identificar y conocer lo que se puede o no patentar, provocan los números bajos de México en materia de patentamiento.

“En nuestro país se invierte poco en ciencia y tecnología; de esta inversión, el retorno es casi nulo. Lo que normalmente se hace es que cuando se realiza un desarrollo se publica y no se protege, una vez publicado, no será delito que otra persona tome ese conocimiento y lo explote. El problema recae en que no se tiene control del conocimiento”.

Según Omar Monroy Soltero, de la compañía Mink Innovation Knowledge, el problema en México se observa en los procesos de patentes, la estadística del registro de marcas no está mal, son números altos, pero en cuanto a patentes es un número que se mantiene a la baja.

Entre las propuestas para mejorar este panorama actual, los conferencistas señalaron necesario crear planes de acción y tener oficinas de transferencia tecnológica con personal especializado dentro de los centros de investigación.

Con ello será más fácil que empresarios acudan directamente a dichas oficinas. Esta instancia fungirá como intérprete de las necesidades tanto del empresario como del investigador.

Asimismo, cada universidad y centro de investigación debe crear una estrategia específica de competitividad dependiendo de su organización y objetivos, ya que no resulta viable copiar los casos de éxito de otros; se debe crear un esquema propio de innovación basado en las necesidades sociales e industriales.

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