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El Imparcial / Tijuana / Motín

A 10 años del motín en La Mesa (1era parte)

Han pasado diez años desde que se registraron los motines en la penitenciaria de La Mesa, los cuales fueron provocados por la corrupción de los custodios y hasta la fecha existen muchas dudas de lo que aconteció en aquellas dos jornadas de septiembre de 2008.

En una investigación realizada por FRONTERA, se buscó a las personas claves para conocer cómo ocurrieron los hechos y cuáles fueron los cambios que se originaron tras la sublevación de internos que dejó al menos 24 de ellos muertos.

A continuación se narrarán los hechos, a pesar que las autoridades encargadas de realizar la investigación no aportaron información relacionada con los dos motines registrados en el 2008.

Los encargados de la penitenciaría fueron cesados de sus cargos, sin embargo actualmente algunos siguen teniendo puestos públicos.

El domingo 14 de septiembre de 2008, un total de 50 personas se encontraban visitando a sus familiares internados en la penitenciaría de La Mesa.

La tranquilidad que imperaba dentro del Cereso de repente se interrumpió cuando varios reos comenzaron a gritar que estaban siendo torturados y que uno de sus compañeros había sido asesinado un día anterior por custodios.

Las autoridades responsables del penal no pudieron controlar esa situación y el reclamo comenzó a multiplicarse rápidamente entre las celdas, los edificios, incluso con los reos que se encontraban con sus familiares.

Como ejemplo de la ingobernabilidad que existía dentro de la penitenciaría de La Mesa, uno de los internos, quien después fue señalado como de los principales incitadores, se comunicó a esta Casa Editorial por medio de un teléfono celular que tenía escondido.

En su llamada, aseguró que los custodios de la penitenciaría habían asesinado a golpes a Israel Blanco Márquez, interno de la celda número 103, ubicada en el edificio número Cinco y por ello se había iniciado una manifestación colectiva.

Desde el exterior de la penitenciaria de La Mesa se podía notar que la protesta era realizada por cientos de los más de 8 mil reos, quienes gritaban a la calle: “Mataron a un muchacho”, “queremos justicia”.

En cuestión de minutos la manifestación escaló, luego se supo que un grupo de internos fingió estar peleando para que ingresaran custodios y al estar dentro de la celda, los uniformados fueron sometidos.

Después de eso los reos abandonaron sus celdas y poco a poco se hicieron del control de la penitenciaría, con ayuda de otros compañeros que también fueron liberados de sus carracas.

Había distintas agendas entre los mismos internos, hubo quienes se enfrentaron contra custodios, hubo enfrentamientos entre padillas, otros saquearon las tiendas, y unos más incendiaron aulas, así como oficinas.

Debido a la intensa nube de humo se oscureció el cielo y de alguna manera fue como una señal de que ese día nunca se iba a olvidar, que quedaría en la memoria, así como en la historia de Tijuana.

Fue en ese momento cuando se registró un enfrentamiento entre las pandillas “Los Sureños” y “Los Paisas”, en donde tres internos fueron asesinados y después sus cadáveres fueron quemados.

Miles de familiares de internos comenzaron a llegar a las afueras del centro de readaptación, así como policías de todas las corporaciones, pero nadie sabía qué pasaba al interior.

Fue entonces que algunos reos comenzaron a subir a las azoteas de los edificios, principalmente en el Uno y Dos, y varios de ellos, con carteles improvisados, comenzaron a exigir justicia.

Otros internos comenzaron a romper los bloques de concreto que formaban parte de los edificios, los cuales lanzaron contra otros custodios, así como a los policías de las distintas corporaciones que llegaban al lugar.

Los momentos de caos fueron aprovechados por Marco Antonio Ibarra Chávez, comandante de los custodios, y Daniel Ibarra Chávez, subcomandante, quienes asesinaron a Israel Blanco Márquez y a quienes los internos los acusaban de constantes abusos.

Las horas pasaron y la reacción tardía de las autoridades facilitó que la violencia se desbordara hacia las calles, en donde familiares de los internos comenzaron a lanzar piedras hacia el interior de la penitenciaría.

Otros familiares incendiaron algunos vehículos que estaban estacionados al exterior de la penitenciaría de La Mesa, y atacaban con piedras a los policías que se encontraban a su paso, pues nunca bloquean las calles.

Al caer la noche, los reos amotinados seguían teniendo el control del lugar y las llamas alumbraban a la penitenciaría, mientras que ya en las calles había vehículos incendiados.

Durante los primeros minutos del 15 de septiembre se comenzaron a escuchar detonaciones, situación que provocó el pánico entre los familiares que se encontraban afuera.

El gas lacrimógeno comenzó a ser más intenso, los internos comenzaron a dispersarse y en cuestión de dos horas la calma parecía había regresado al interior de la penitenciaría de La Mesa.

Debido a la falta de información actualizada por parte de las autoridades con los miles de familiares que estaban a las afueras de la penitenciaría, la tensión entre ambas partes creció.

Incluso tuvieron que pasar más tiempo sin saber cómo se encontraban sus familiares, por las detonaciones que escucharon presumían que las autoridades habían cometido una ejecución masiva.

Al finalizar el motín se contabilizaron un total de 25 internos lesionados, 3 fallecieron, 50 familiares que estaban en el interior de la penitenciaría, en el día de visita, salieron ilesos, entre ellos varios niños.

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