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Y Lula regresó a Brasil

''La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás.” -Winston Churchill

Este domingo se llevó a cabo en Brasil, a través del mecanismo de segunda vuelta electoral, (figura que deberíamos tener en México y de lo que hemos hablado bastante), la elección del candidato de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, quien regresa a la arena política después de haber sido ya presidente de ese país y de pasar 580 días en prisión acusado de actos de corrupción, por los cuales quedó imposibilitado de contender por la presidencia en el 2018.

En una cerradísima elección le arrebata el triunfo al presidente y candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro, el cual ha dado mucho de qué hablar por sus comentarios misóginos, en contra de los grupos LGBT, así como en contra de cualquier movimiento de izquierda.

En la primera vuelta, Lula había obtenido el 48% de la votación, contra un 43 de Bolsonaro, lo cual los obligó a ir a una segunda vuelta electoral, en la cual, las cosas estuvieron muy parejas, pues ahora obtuvo apenas el 50.9% de los votos contra 49,1% del actual presidente, Jair Bolsonaro, un final cardiaco.

Los electores le dieron el triunfo para un segundo periodo presidencial, en parte porque en su gobierno, Brasil gozó de una buena estabilidad económica, sin embargo, ayudó también el rechazo de los votantes hacia Bolsonaro, pues consideraron que a lo largo de su gobierno, Bolsonaro fue acusado de alentar la división de su país, asumir actitudes autoritarias y amenazar a otros poderes del Estado, además de su fanatismo y su odio hacia las izquierdas.

Aunque para muchos, el verdadero éxito de Lula radicó en el hecho de que moderó sus posiciones ideológicas de izquierda, llegando incluso a sumar a su equipo a personajes de centro, con lo que sumó a las izquierdas y a los centristas, al grado de escoger como candidato a vicepresidente a Geraldo Alckmin, un ex rival suyo de centro derecha al que derrotó en las elecciones de 2006.Las sumas le dieron el triunfo.

Los brasileños recuerdan con respeto y admiración como Lula, a lo largo de los 8 años que estuvo en el poder, puso a Brasil en el mapa mundial reduciendo la deuda externa y obteniendo la sede para la Copa Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, que, si bien se celebraron después de terminado su mandato, fueron gestionadas ambos eventos durante su presidencia (1 de enero de 2003-31 de diciembre de 2010).

Daniel Cossío Villegas y Enrique Krauze, hablaban de la “ley del Péndulo” que significa que después de tener un gobierno con determinadas características, el siguiente resulta opuesto al primero. Esto ocurre en otras latitudes, como en los Estados Unidos, que después de varios gobiernos abiertos y tolerantes, como los de Clinton y Obama llega otro conservador y xenófobo como Trump para después regresar a otro democrático con Biden.

En Latinoamérica ocurre lo mismo. En la década del 2000, triunfa el “Socialismo del siglo XXI”, con Rafael Correa en Ecuador, Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Fernando Lugo en Paraguay y Lula da Silva en Brasil, entre otros.

Después de un pequeño viraje hacia la derecha con Macri y Bolsonaro y después del COVID, regresa la izquierda remasterizada con un estilo más democrático con personajes como Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillos en Perú y Xiomara Castro en Honduras, sin olvidar a Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador y ahora un Lula versión 2.0.

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