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Trapitos al Sol, en centros penitenciarios

Una prisión es un sitio donde se encierra a los presos. Dicha institución, también conocida como cárcel, forma parte del sistema de justicia y recibe a las personas que se encuentran enfrentando un proceso penal o  que han sido condenadas por algún delito.

Una prisión es un sitio donde se encierra a los presos. Dicha institución, también conocida como cárcel, forma parte del sistema de justicia y recibe a las personas que se encuentran enfrentando un proceso penal o que han sido condenadas por algún delito. La existencia de las prisiones obedece a diversos motivos, que han ido cambiando a lo largo de la historia. En general se entiende que una prisión permite proteger a la sociedad de los individuos peligrosos y, a la vez, reeducar a los detenidos para que puedan insertarse nuevamente en la comunidad. Pero también puede tener un efecto disuasivo en quienes planean cometer un acto ilícito, ya que les recuerda que si se hace justicia pueden pasar el resto de su vida entre rejas.

Los abusos, la corrupción, el autogobierno y los malos tratos, forman parte de la rutina que viven diariamente quienes se encuentran privados de la libertad en nuestro país. Sabemos que las violaciones a derechos humanos, la tortura, la carencia de servicios de salud y de condiciones mínimas de higiene son el común denominador de nuestras cárceles y el pan de cada día de los internos e internas; por su parte el personal de custodios también se ven afectados por sus superiores si no se adhieren a las reglas de algún funcionario en turno y llegan a verse muy presionados si no acatan los caprichos de los superiores inmediatos.

Recientemente varios custodios del sistema Penitenciario del Estado, principalmente en Tijuana, denunciaron “Anónimamente” y entrecomillo anónimo, porque para publicarlos tuvieron que identificar, a los encargados de los centros penitenciarios de promover y proteger infinidad de actos de corrupción, desde el ingreso tolerado de drogas, hasta el acceso libre a abogados recomendados (quizá este sea el verdadero motivo), ellos refieren en su escrito su preocupación por que los centros tienen un desorden propiciado por la corrupción de parte de los funcionarios; para mí lo curioso es porque hoy lo denuncian si antes también existía, quizá los tiempos cambiaron, o las personas causantes del desorden interno ya no son las mismas y se generaron inconformidades.

La corrupción de autoridades en cárceles en México es sabida, de hecho en el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2016, de la CNDH, en 66 centros estatales de reclusión, en 27 estados, se encontraron las condiciones de autogobierno o cogobierno, ya que los internos realizan actividades propias de la autoridad.

Los anónimos no están descubriendo el hilo negro, solo sacaron trapitos al sol, quizá porque se vieron afectados sus intereses o cambio la estafeta de corrupción y si de verdad quieren un sistema penitenciario apegado a las normativas y en aras de un beneficio social, que se unan todos por un bien común, que dejen de tolerar la violencia, que exijan a sus autoridades que garanticen y protejan los derechos humanos de quienes están bajo su jurisdicción. El gobierno del estado, no debe hacer oídos sordos a las denuncias; porque para saber cómo ronca el león se tiene que dormir con el león y ellos ya hablaron.

* El autor es coordinador del Área Pericial de Instituto INJUS.

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