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Transporte Público Urbano, foco de la propagación del Covid-19

En Tijuana, según estudios de transporte público urbano, se dan alrededor de 1.4 millones de viajes diarios en un día normal.

En Tijuana, según estudios de transporte público urbano, se dan alrededor de 1.4 millones de viajes diarios en un día normal. Esto, representa alrededor de por lo menos 350,000 tijuanenses que se suben varias veces a un autobús o taxi colectivo para ir y venir de su trabajo, escuela o de cualquier otro lugar. Frecuentemente, los usuarios del transporte público urbano suelen iniciar su viaje de varios segmentos caminando desde su casa hasta la parada más cercana. De ahí, toman un autobús o taxi colectivo hasta algún aglomerado lugar de trasbordo como el centro o la famosa 5 y 10, donde caminan un poco y toman el siguiente transporte que los llevará hasta un lugar cercano a su destino final. Ahora, durante el confinamiento por la persistente pandemia, datos de Google nos indican que, en nuestra región, hubo una reducción de hasta un 60% de usuarios de transporte público, colocando en precarias condiciones económicas a los choferes de las unidades de transporte público, ya que frecuentemente son éstos y no los permisionarios, concesionarios o sus dirigentes los que absorben las pérdidas, además de correr el riesgo de infección. Algunos usuarios habituales, con el regreso paulatino a actividades, muy probablemente no regresarán en el mediano plazo a ser usuarios de transporte público por riesgo de contagio y tienen toda la razón.

Nuestro sistema de transporte público urbano goza de una pésima y bien ganada fama como uno de los más costosos, peligrosos y precarios del país. Es escandaloso como a los ojos de innumerables administraciones de gobierno se permitió este problema crecer; se diseñó una red de transporte intencionalmente ineficiente para beneficio económico de los líderes sindicales y transportistas, de la mano de algunos políticos corruptos y en detrimento de la competitividad de la metrópoli y lo que es más grave, de los usuarios, que frecuentemente son los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad. Nuestras tarifas -las más altas del país- han sido tramposamente calculadas, trasladando las ineficiencias inherentes del sistema al usuario que, en la primera oportunidad, migrará a un auto privada así sea con un “chocolate” ilegal.

Observando en las calles, notamos como el número de usuarios comienza a aumentar, sin embargo, no en la misma proporción que la movilidad general de la ciudad. Según expertos en el manejo de epidemias, uno de los lugares más contagiosos es precisamente el transporte público. Según datos de la autoridad de transporte metropolitana de Nueva York, desde el inicio de la pandemia hasta el mes de mayo pasado el virus había cobrado más de 120 vidas entre sus choferes y operadores de transporte público. Según la OMS, Los sistemas de transporte público deben considerarse un entorno de alto riesgo debido al gran número de personas en un espacio confinado con ventilación limitada; inexistencia de control de acceso para identificar personas potencialmente enfermas y una variedad de superficies comunes para tocar (máquinas expendedoras, pasamanos, puertas, asientos, dinero etc.).

A pesar de ello, y de que personalmente nuestro alcalde ha insistido persistentemente desde hace varias semanas en que el uso de cubre bocas es obligatorio tanto para usuarios como para operadores de transporte público, esta regla ha sido muy complicada de cumplir. La secretaria y dirección del ramo son instituciones históricamente débiles, que se encuentran infiltradas por intereses transportistas, quienes hacen difícil el trabajo necesario para proteger a la población.

Es por ello, que vemos como acertadas las propuestas recién llevadas a cabildo, donde se modificará el bando de policía y buen gobierno para que exista sanción económica cuando no se utilice cubre bocas en el espacio público, incluido el transporte público. Deseamos que esta medida entre en vigor lo antes posible, además de evaluar otras medidas como reducir la cantidad de unidades de taxi de ruta circulando, para privilegiar el uso de unidades más grandes del transporte masivo y el SITT, donde hay mejor espacio y es más factible guardar la sana distancia.

El transporte público en nuestra ciudad nos ha dejado mucho a deber, esperemos que de manera solidaria logremos reducir los riesgos a usuarios y choferes, y que encontremos la manera de apoyar a los trabajadores que pudieran salir afectados por las mencionadas medidas de prevención.

* El autor es arquitecto tijuanense, pro ciudades compactas.

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