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Se terminó

Por fin se llegó el día en que el mundo, pero, especialmente, los Estados Unidos de Norteamérica, se libraron de Donald Trump.

Por el derecho a la libertad de expresión

Por fin se llegó el día en que el mundo, pero, especialmente, los Estados Unidos de Norteamérica, se libraron de Donald Trump. Una de las etapas, si no es que la única, que más daño les ha hecho a las interrelaciones humanas. Dentro y fuera de su país, su actitud fue altanera y desafiante como si sólo él tuviera la razón en todo y sus opiniones determinaran las políticas a instrumentar. Durante su campaña se dedicó a lanzar bravatas con las cuales no logró amedrentar a nadie, pero que dentro del clima de odio al cual se dirigía, el impacto fue total. Cuando logra triunfar en las elecciones e intenta iniciar su agenda, comenzando con la construcción del muro jurando que la iba a pagar México, no le funcionó. Sus bravuconerías solo le sirvieron para hacer el ridículo y lo obligaron a utilizar recursos financieros para el muro de manera chapucera.

Como presidente de su país hizo enrojecer de vergüenza a una gran parte de los ciudadanos, por las constantes y frecuentes mentiras que decía. Al verse asediado por la prensa exigiéndole que aclarara las falsedades, comenzó a agredirla y a llamarla con adjetivos despectivos y negándole el derecho a la libre expresión. En el país que se precia de ser respetuoso de la diversidad de opiniones, Trump exigía un trato y un apoyo especial para sus desplantes. De manera poco inteligente llevó movimientos internacionales importantes y determinantes para la conservación del medio ambiente, a sufrir golpes demoledores. En este caso se encuentra el Acuerdo de París, del cual substrae a su gobierno. A los mexicanos nos trató de una manera insultante, calificándonos de violadores, narcotraficantes y de ser gente mala. Su machismo y su alardeado sentimiento de superioridad respecto a las mujeres, fueron suficientes razones para que varias lo demandaran por abusos y violaciones sexuales.

El poderoso y siempre ganador fue derrotado de manera terminante, por un electorado cansado de sus groserías, de su falta de madurez, de su inconsistencia y falta de determinación en respetar las leyes, llevando a varios de sus colaboradores a renunciar a sus cargos. El pesado fardo que significaba su estancia en la presidencia, la insultante forma de expresarse de todo mundo, enalteciendo su propia figura y minimizando a los demás, sirvieron para que los votantes sufragaran en su contra. Como mal perdedor acusó, sin mostrar pruebas, de haber sido objeto de un fraude y de robo de votos, que fue creído por ciudadanos que le respaldaron hasta el final. Escudándose en ellos llamó de manera indirecta a la insurrección, sin tener las agallas de formarse en el frente de la gente manifestándose a su favor. Toda esta serie de asuntos devinieron en delitos que fueron denunciados y que, ahora, lo tienen al borde de un juicio político con enormes posibilidades de llevarlo a purgar condenas carcelarias. Entre las patas se llevó también a su propia familia, a funcionarios que le fueron fieles, a ciudadanos que creyeron en su palabrerío, y finalmente, al propio partido al cual pertenece, que termina este período electoral, completamente disminuido. Donald Trump pasará a la historia de su país y del mundo, de manera negativa. Será un ejemplo para no seguir. Vale.
*El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC

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