Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

Por la gracia de lo peor

Honestamente los pormenores del suceso antiguo no concurren a nuestra memoria, no obstante, se puede revivir lo acontecido cuatro o cinco décadas atrás cuando, inesperadamente, la prensa local... 

Honestamente los pormenores del suceso antiguo no concurren a nuestra memoria, no obstante, se puede revivir lo acontecido cuatro o cinco décadas atrás cuando, inesperadamente, la prensa local y nacional detallaron algo extravagante: una de las familias “fundadoras” de la Tía Juana reivindicaban, ni un metro más ni un centímetro menos, que la totalidad del centro histórico y huéspedes aledaños a la para entonces contemporánea Tijuana les pertenecía. Y diciendo y haciendo; animados por abogados coyotes y abastecidos con dólares etiquetados para los debidos moches, comenzó un litigio demandando la propiedad privada sobre la tierra, vida y muerte de cientos de residentes anclados en esta parte citadina.

Sobrepuestos a la querella legaloide al final pocos se enteraron en que terminó la “madre de todas las estafas” que, filibusteros de horca y cuchillo, pretendieron ejecutar sobre una doliente urbe tijuanense que a lo amplio de su proceso de construcción fue, es y continúa azotada por la codicia de un grupúsculo de ladrones de cuello blanco que han hecho de la ciudad y su gente su rehén político, comercial y laboral cuyo precedente histórico lo ha marcado el bajo mundo.

Un bajo mundo que a despecho de otras comarcas aquí, donde “empieza la patria”, el temperamento común del poder dominante está determinado por enraizados lazos traficantes entre este y aquel lado del Bordo confirmándose, dicha reciprocidad, bajo el corrosivo gesto que políticos paridos, nacionalizados o radicados en USA sin mayor empacho los ponen a gobernar a la comunidad de la que previamente renegaron al extremo de travestirse en gringos, por tanto, en mercaderes de prósperos negocios binacionales usualmente corruptos e impunes pues lo importante han sido los fines sin reparar en los medios.

Precisamente el sobrevenir social de los tijuanenses en la búsqueda por llegar a ser oscila, tiempos de por medio, entre la resignación del que nada tiene y los aspirantes a poseer algo, donde unos y otros, son allanados por la clase política que ha maniobrado a su antojo persuadida de no enfrentar oposición capaz de “tumbarla del macho” depredador, fraudulento y mediocre sobre el cual ha venido cabalgando, retozando con el viento a favor de una burguesía de usos y costumbres malandrines.

Y aunque los componentes configuradores de esta urbe fronteriza conjugan elementos naturales con aquellos de carácter migratorio (aislamiento geográfico, marcada dependencia con EU, identidad nacional diversa, etc.); cualquiera sea el caso la objetividad del proceso económico seguido se ciñe a la rapiña, abuso y codicia instrumentadas en lucro de una minoría rapaz encausada por gobernantes inmorales los que sin escrúpulo alguno se han apropiado de playas, ejidos, agua, rampas y cerros ya que el monopolio en bienes y raíces con “vista al mar” lo pervierte todo.

La falta de espacios al aire libre. Mutilación de parques a favor de empresas. La insultante propiedad del Club Campestre. Acaparamiento del área del Río, etcétera, exhiben el sello lucrativo del prostíbulo de la Zona Norte irrigadora del poder impuesto aquí y siempre…

*- El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

En esta nota