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Nadie debe eternizarse en el poder

“La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.”Napoleón I

“La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.”

Napoleón I

¿Qué tienen en común Zine El Abidine Ben Ali (Túnez), Hosni Mubarak (Egipto), Muamar Gadafi (Libia), Bachar al Asad (Siria), Ali Abdullah Saleh (Yemen), Daniel Ortega (Nicaragua), Nicolás Maduro (Venezuela), Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Porfirio Díaz y Benito Juárez, ¿entre otros?

Que todos ellos se eternizaron en el poder y que el juramento que seguramente hicieron de respetar las leyes de sus países se les fue olvidando y tuvieron que cambiar las leyes de sus respectivos países para apropiarse de sus países, hasta que la sociedad enardecida tomó cartas en el asunto.

Por ejemplo, Ben Ali gobernó Túnez 23 años hasta que lo alcanzó la “primavera árabe”, Mubarak en Egipto 30 años, Gadafi en Libia fue al que más aguantaron, sumando la friolera de 42 años, en Siria su Presidente lleva 19 años y se niega a irse, a pesar de los cientos de miles de muertos y una guerra que lleva más de 6 años.

Daniel Ortega en un descaro absoluto, duró 10 años al frente de Nicaragua, perdió las elecciones en 1990 y regresó en 2007, con un mandato hasta el 2022 y peor aun llevando a su esposa de Vicepresidenta; sin embargo, a pesar de las muertes provocadas, se niega a salir, después de 25 años de gobierno.

En el caso de Venezuela, Hugo Chávez llevaba ya 14 años en el gobierno cuando lo sorprendió la muerte, dejando a Nicolás Maduro al frente en 2013 y después de torcer la ley, tiene un nombramiento hasta 2025 o antes si su pueblo logra su libertad.

En el caso de México, Porfirio Díaz luchó en contra de Juárez en 1871, con el Plan de la Noria, enarbolando la no reelección, en virtud de que el Presidente Benito Juárez se negaba a dejar el poder, el cual detentó de manera intermitente desde 1858 hasta su muerte en 1872.

Al llegar Porfirio Díaz al poder, cometió lo mismo que criticó manteniéndose 35 años en la silla presidencial hasta que Francisco I. Madero con su Plan de San Luis, logra desterrarlo del País.

Ahora que se da la salida de Evo Morales de Bolivia, la cual aplaudo que haya sido de una manera medianamente pacífica, me pongo a pensar en tantas guerras que se han dado a lo largo de la historia y muchas de las cuales son producto de la cerrazón de un presidente, rey o emperador que empecinado en mayores riquezas y poder, provocan la muerte de miles o millones de personas inocentes que su único pecado es haber vivido bajo la tutela de un mal gobernante.

Cuánta sangre se hubiera salvado si Napoleón Bonaparte no hubiera querido adueñarse del mundo, o Hitler, los zares rusos, Mussolini, Francisco Franco, Lenin, Gengis Kan, etc.

Por ello es tan importante contar con un Estado de Derecho fuerte, con un contrapeso ciudadano que evite la tentación de que un gobernante se maree con el aroma del poder y prefiera servirse de él antes que servir a su pueblo.

* El autor es asesor empresarial en cabildeo

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