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Miedo injustificado

El miedo es la reacción que se produce ante un peligro inminente. Cualquier cosa puede provocarlo. Siempre evitamos y/o escapamos de aquello que nos produce ese temor.

El miedo es la reacción que se produce ante un peligro inminente. Cualquier cosa puede provocarlo. Siempre evitamos y/o escapamos de aquello que nos produce ese temor. El miedo sirve para reaccionar y huir de cualquier peligro inminente. El miedo nos paraliza y nos hace fijar nuestra atención en el estímulo desencadenante. Además, nos facilita las conductas defensivas, con reacciones como el aumento de la presión cardiaca, sudoración, dilatación de pupilas, descenso de la temperatura y, aunque usted no lo quiera creer, a veces nos produce “telarañas en la cabeza”, que nos evitan pensar bien y tener mas miedo.

Hay cuatro estrategias para enfrentarse a la amenaza: Inmovilizarse, amenazar o atacar, retirarse, y tratar de evitar el ataque. Es una emoción que resulta útil a la hora de escapar de peligros o potenciales peligros. Pero no hay que olvidar que también es una barrera que impide vivir la vida bien. El miedo nos paraliza, nos bloquea emocionalmente y nos dificulta disfrutar en muchas ocasiones de los pequeños o grandes placeres de la vida. En el caso muy especial ahora del miedo a ponerse la vacuna contra el virus del Covid 19, llega a ser algo tan importante, que al no hacerlo, podemos llegar a perder la vida.

El miedo, da lugar a una enorme cantidad de trastornos psicológicos como los obsesivos compulsivos, de ansiedad, ataques

de pánico, síndrome de estrés postraumático, fobias, etcétera. Para que algo se considere una fobia, la sensación de miedo es desproporcionada en comparación con el peligro real de la misma, no podemos controlarlo, y produce desasosiego y malestar.

Hay quienes dicen que el riesgo cero no existe y vivir supone asumir un conjunto de riesgos más o menos previsibles. Junto a esas amenazas objetivas y verificables, evaluables desde el punto de vista cuantitativo, existe asimismo una percepción emocionalmente distorsionada de los peligros a los que hipotéticamente nos enfrentamos. No es normal que se le tenga miedo a un pinchazo, o a reacciones que no tienen ningún sustento científico. Lo que hay son estadísticas, y los riesgos de la vacunación son extremadamente bajos. Por el contrario, hoy podemos afirmar que de cada 10 personas intubadas, nueve es porque no se vacunaron.

Un ejemplo: Se deben objetivar y comparar entre sí los riesgos implicados con vacunarse o no vacunarse. El de trombosis con la vacuna de AstraZeneca (o Janssen) es muy bajo, de 5 casos por millón. Este debe ser comparado con el que supone sufrir la enfermedad por no vacunarse, que es de 39 trombosis venosas profundas por millón y de 436 trombosis de la vena porta por millón. Pero, sobre todo, debe compararse con la letalidad por caso de covid-19, que es mucho mayor.

La información debe difundirse en un contexto de máxima transparencia, que facilite una abundante información de calidad. Si no hay información verdadera y clara (Memes, rumores y chismes difunden falsedades), genera desconfianza. La fórmula para hacer bien las cosas es comparar lo que se debe comparar, confiar en lo que dice la autoridad y, sobre todo, ser sensatos.

* El autor es asesor administrativo, presidente de Tijuana Opina y coordinador de Tijuana en Movimiento.

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