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Hombres de poca fe

Han comenzado las campañas políticas en Baja California y, por lo que se ve y se siente, están medio desangeladas.

Han comenzado las campañas políticas en Baja California y, por lo que se ve y se siente, están medio desangeladas. La incredulidad y desconfianza en nuestro País hacia los políticos y sus partidos, tiene sus razones. Es un reflejo de nuestro sentir por vivir en un contexto de leyes que no se cumplen, promesas que lejos están de verse. Son ellos, los políticos, casi todos, sus amigos y sus intereses, quienes han logrado tal desprestigio y, con ello, que el pueblo no los vea con agrado. Más ahora que ya son un revoltijo de ideas (Ya no hay ideologías), y cada político se coloca en el partido que lo acepta. Ahora sí que, en estas cosas, tanto tiene la culpa el que se corrompe, como los que lo aceptan en sus filas.

Y entre tanto circo, llego el momento en que se ha dejado de creer en el servicio público como tal y en quienes dicen y sostienen que trabajan para nosotros y que la Nación, Estado o municipio, es los más importante. Vivimos en un supongamos de estado y en un supongamos de democracia. Hemos visto tanto hipócrita desfilar en las calles pidiendo nuestro voto, que, en esto de perseguir el poder, el dinero y la disque representación de nosotros, ya no sorprende que muchos políticos, piensan que el poder es una posición eterna y no personal.

El debate nacional, en los centros de opinión, en los cafés políticos y en las redes sociales, se ha centrado en el tema de los políticos, que se caracterizan por ir de un partido a otro. Son personas, hombres y mujeres, que se dedican al ejercicio de la política y lo hacen como una forma de vida personal, como el ejercicio que les resuelve el problema económico y, queriendo que sea permanente o que dure lo más que se pueda.

Vemos también a los llamados “chapulines, que brincan de un puesto a otro (cuente cuantos, hoy en campaña, tiraron su cargo anterior). Hay muchas causas por la que se les puede cuestionar. Se ve mal que se retiren de sus puestos, que ellos mismos le pidieron a la ciudadanía. Y aquí está el detalle. Dicen que es para servirnos más y mejor, pero la verdad es por un interés personal. El abandono de los diferentes puestos para competir por otros, trae como consecuencia, dejar inconcluso su trabajo, si es que lo iniciaron. No rinden cuentas de su quehacer y ya andan buscando otros quehaceres.

Y aunque ahora ya cambió todo, no es verdad. Todas las administraciones en el servicio público han hecho lo mismo, sus funcionarios dejan sus trabajos para ir en pos de una aventura incierta y con el fin de triunfar siendo electos una vez más y, así seguir viviendo del presupuesto que finalmente es lo que les interesa a estas personas, porque en lo del servicio público, están reprobados.

Así que, si nos dicen “hombres de poca fe”, sepan el porqué.

* El autor es asesor administrativo, presidente de Tijuana Opina y coordinador de Tijuana en Movimiento.

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