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Drenes y personajes

En el Valle de Mexicali se construyeron barrancos para drenar aguas residuales del lavado de tierras agrícolas.

En el Valle de Mexicali se construyeron barrancos para drenar aguas residuales del lavado de tierras agrícolas. A diferencia de los canales de riego, estos son más profundos y con los años se convirtieron en auténticos “humedales” en donde prosperó la vegetación y la fauna silvestre los ocupó como si fuese un hábitat natural. En la página 46 de mi libro “Pandión, el arte de pescar” (SEP, 2006), cito el dato que investigué entonces: “Nuestro valle agrícola cuenta con 2,500 kilómetros de canales de riego y 1,500 de drenes para lavado de tierras”. Pero el agua de esos lavados era lo suficientemente limpia para albergar y desarrollar una fauna acuícola importante.

Debido a ello prosperaron poblaciones de peces como lobinas, bagres, mojarras, más tarde tilapias, rayados y pececillos menores como el pez mosquito. Ranas, sapos, culebras, cangrejos y almejas de agua dulce. Total, esta técnica agrícola creó auténticos ecosistemas dependientes de las aguas agrícolas residuales. Pero la población rural ha crecido y por lo que se ve, su educación ambiental ha disminuido. Aquellos otrora paraísos para el pescador, cazador e investigadores de la biología, se están transformando en peligrosos basureros.

El sueño de don Alfredo Dipp se está esfumando. “El señor árbol”, como lo apodaba cariñosamente, proponía poblar los drenes de álamos y sauces, entes vegetales nativos del delta coloradense, y hubiera sido una brillante solución al aprovechamiento de las aguas residuales de los drenes agrícolas transformados en corredores biológicos purificadores del aire, tan enrarecido ahora. La realidad actual es la antítesis de la propuesta de don Alfredo, las noticias de la semana pasada lo confirman.

La Crónica publicó el caso del dren del Ejido Sinaloa lugar que irresponsables y analfabetos ambientales utilizan para tirar aceite de motor quemado y basura. Este acto criminal además de negar toda posibilidad de vida silvestre es una fuente potencial de insalubridad humana, como si el aire sucio fuese poca cosa en el Mexicali rural. Celebro con gusto que las notas periodísticas califiquen como experto en Derecho Ambiental al abogado Alejandro Castillo, mi alumno de Derecho Ecológico que impartí por 15 años en la Facultad de Derecho UABC. Alejandro siempre se distinguió por su marcado interés en esta rama del Derecho mexicano.

Recuerdo que me reclamaba: “El artículo cuarto Constitucional dice que tenemos derecho a un medio ambiente sano…! y no lo encuentro por ninguna parte, maestro!” Ya egresado Alejandro se ha dedicado a estudiar y utilizar la Ley de Responsabilidad Civil con éxito, y opina que los envenenadores aceitosos pudiesen recibir hasta nueve años de cárcel por este delito federal ambiental, bueno, si existiese el tan cacareado estado de derecho en donde la frase preferida de todos los mandatarios ha sido “nadie por encima de la Ley”, pero la realidad es totalmente al revés. Este castigo ya previsto es precisamente para inhibir conductas anti sociales y anti ecológicas como la que nos ocupa. Dejar sin castigo a los aceitosos puede equivaler a dejar contaminar lo que aún nos queda medio limpio.

*- El autor es investigador ambiental independiente.