Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas /

Dos campañas paralelas

Quizás parezca incomprensible, pero en Baja California hay dos campañas electoralespor la gubernatura y por las alcaldías. Una es la de Morena y de su candidato al gobierno del estado Jaime Bonilla, así como la de los postulados a las presidencias municipales, y la otra es la que están realizando los demás contendientes del PAN, el PRI, el PRD, MC y el PBC.



La de estos últimos partidos es la campaña “institucional”, sujeta a las reglas

establecidas, los topes de campaña, etcétera, así como la asistencia a los debates

organizados por el instituto. La de Morena, en cambio, está basada en el desafío de las reglas y en un comportamiento que ignora al resto de los candidatos, que desconoce los debates y, por si fuera poco, que presiona al tribunal estatal para cambiar el periodo de gobierno.

Son dos campañas distintas, aunque no aparezcan así. Una está apegada en la legalidad y la de Morena y Bonilla está basada en socavar el marco legal. No sólo buscan colocarse al margen de lo institucional y las reglas que regulan las elecciones, sino también cuestionan la legitimidad del Instituto Electoral y el sentido y la pertinencia de los debates organizados por ese organismo y por otros.

Esta actitud se deriva de una estrategia (denunciada débilmente por los otros partidos) que permite a Morena y, en particular a Bonilla, evitar la confrontación con el resto de los candidatos así como la exposición a las críticas y los señalamientos de un candidato que llegó a la campaña seriamente cuestionado. Así, huir de los debates les da más ganancias que si asistieran.

Si fueran a los debates tanto Bonilla y otros candidatos de ese partido serían severamente cuestionados, no sólo por la aparente ventaja que tendrían, sino porque tanto Bonilla como Morena son hasta ahora una colección de lo peor de la política local, en donde se mezclan el priismo de la era cuaternaria con panistas oportunistas, arribistas de todos lados y un candidato cuyo historial está basado en la ilegalidad, como lo muestran varias evidencias.

Sin embargo, colocarse al margen de lo institucional y evitar el peligro de la

confrontación con los otros contendientes no significa para Bonilla y Morena salirse de la campaña o abandonar la búsqueda de votos. Al contrario. La estrategia de Morena y sus dirigentes no es ganar votos a través de una campaña realizada principalmente entre los grupos más activos de la sociedad, digamos entre las clases medias, los grupos de profesionistas o entre los empresarios, como en general hacen (tradicionalmente) el resto de los partidos políticos y candidatos.

Para Morena la cantera de votos no está ahí, sino entre los sectores y los grupos sociales que constituyen el “voto duro” de López Obrador. Morena en BC pretende ganar la elección sacando a votar a los que votaron por AMLO en 2018 y que, por diversas razones y características de esos votantes, hay una alta probabilidad de que ahora en esta elección local voten de nuevo, no por Bonilla o por Morena, sino por el presidente López Obrador.

En su torpeza política los demás partidos y candidatos no lo advierten todavía, pero la

campaña electoral de Morena y, destacadamente, la de Bonilla son una simple extensión del gobierno federal y de AMLO. Sus “propuestas”, su discurso e incluso su desdén hacia lo institucional, es una copia de López Obrador. Bonilla y Morena se visten o se disfrazan de simples intermediarios o portavoces de AMLO para conseguir que sus votantes sufraguen por ellos.

Si bien empieza ya a gestarse un cierto desencanto con López Obrador, sobre todo entre las clases medias de la sociedad, hay todavía una corriente muy amplia de votantes que le son fieles y que lo serán por mucho tiempo. Estos votantes no van a reparar en si Bonilla es un candidato honesto o si Morena se llenó de corruptos en Baja California, porque no es con ellos con los que están ligados cultural y políticamente, sino con AMLO.

Son estos votantes los que van a decidir la elección de este año en BC y son la base de la arrogancia y los desplantes autoritarios de Bonilla y de Morena. La mala fama de Morena y de su desprestigio como partido nuevo, todavía no alcanza a lo más profundo de los sectores que votaron por López Obrador, al que siguen viendo como una esperanza. Los demás partidos y candidatos en competencia no logran horadar esta base electoral de Morena local, por lecturas y estrategias equivocadas o por lo que sea, pero están enfrascados en disputar un universo de votantes que, con toda seguridad, se va a dividir en esta elección entre tres o cuatro opciones, pulverizando las alternativas frente a los votantes cautivos morenistas.

Estamos, así pues, ante un escenario en el que los candidatos y partidos “institucionales” sean rebasados por el que se mueve en la ilegalidad.

El autor es analista político