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Cisnes negros

Uno de mis libros favoritos que leí este 2021 fue Black Swan (Cisne Negro) de Nassim Taleb.

Uno de mis libros favoritos que leí este 2021 fue Black Swan (Cisne Negro) de Nassim Taleb. Esencialmente, la tesis principal del libro es que hay eventos inesperados que tienen un efecto desproporcionado en el mundo y la tendencia humana de explicarlos con argumentos simplistas. Estos eventos inesperados generalmente son descartados por modelos de predicción porque tienen una probabilidad baja de que ocurran. El problema es que cuando efectivamente acontecen, estos tienen efectos desmedidos, sean positivos o negativos. Su teoría del Black Swan va mucho más lejos, pero para fines prácticos podemos decir que se trata de un fenómeno similar a los agentes/eventos disruptivos. Estos son aquellos que rompen con las convenciones y crean nuevos paradigmas. Pueden ser un Trump, AMLO, Tesla, Bitcoin, lo que sea. Los atentados del 11 de septiembre son un clásico ejemplo de cisne negro. Un evento cuya planeación/ejecución pasó desapercibida y tuvo un efecto desproporcionado en la sociedad. Podemos decir que hay un mundo antes y después de estos ataques terroristas. Los cisnes negros no necesariamente deben de ser sucesos concretos, pueden provenir en la forma de inventos. La imprenta de Gutenberg revolucionó el mundo del conocimiento. El ascenso del internet revolucionó el mundo de la información. Todos subestimaron su potencial y cambiaron el curso de la humanidad para siempre. Estas últimas columnas las he dedicado a analizar temas de criptomonedas y blockchain. La razón es que unos cuantos ven su potencial como cisne negro, mientras una mayoría se resiste a ver lo inevitable. Lo interesante es que crypto no es el único cisne negro de nuestros tiempos. Vivimos en la era de la tecnología disruptiva. Si bien la tecnología en esencia siempre es disruptiva, nos encontramos frente a inventos que revolucionarán nuestra cotidianidad. Inteligencia artificial, blockchain, realidad virtual, impresiones 3D, ingeniería genética, exploración aeroespacial, neurotecnología, vehículos autónomos, por mencionar algunos. Cada uno de estos avances representa un cisne negro en su propio ámbito. Irrumpirán industrias completas que considerábamos intocables. En las siguientes décadas lo siguiente será posible: las labores de taxistas y camioneros serán asumidas en su totalidad por vehículos autónomos, una impresora 3D fabricará casas completas, modificaremos el genoma humano de embriones para inmunizarlos contra ciertas enfermedades, numerosas transacciones de cuantía mayor serán realizadas mediante blockchains. Si bien la mayoría de estas tecnologías mejorarán nuestras calidades de vida, también debemos preguntarnos qué debemos hacer con aquellos empleos que serán desplazados. Un estudio indica que de 1990 a 2007 se perdieron 400,000 empleos de manufactura en Estados Unidos. Recientemente, la pandemia ofreció un gran incentivo a las empresas para seguir automatizando sus procesos. Durante este último año y medio, 40 millones de empleos fueron desplazados; se estima que 42% han sido eliminados para siempre. Adicionalmente, los robots pueden reemplazar a más de 2 millones de trabajadores para 2025 (MIT/Boston University). El desarrollo económico de Baja California se explica en gran parte precisamente por las grandes inversiones en manufactura. Según datos del IMSS, el sector de la transformación emplea a 465,991 personas, sin considerar empleos indirectos generados. En un futuro cercano, estas labores serán asumidas en su mayoría por robots. ¿Cómo nos estamos preparando como sociedad para este inminente cisne negro? Casi siempre tenemos los cisnes negros frente a nosotros, pero nos rehusamos a reconocerlos. Descartamos su importancia hasta que es demasiado tarde.

*- El autor es abogado y estudiante de maestría en administración y políticas públicas

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