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A río revuelto

Sin una precisa investigación, ningún análisis partidista riguroso y nula exploración llevada a cabo por órgano electoral alguno...

Sin una precisa investigación, ningún análisis partidista riguroso y nula exploración llevada a cabo por órgano electoral alguno; los ciudadanos en general y la clase política en particular carecen de mayor conocimiento sobre los motivos que llevan a los bajacalifornianos a no votar, a declararse indispuestos para concurrir a las urnas cada ocasión empeñada en escoger determinado gobernante o representante popular colocando, a los empadronados de ésta frontera, como indiscutibles campeones nacionales en abstinencia o renuncia a participar en un supuesto “festejo democrático” difundido, inducido y colmado con carretadas de dinero ya sea transparente, medio enjuagado o ilícito repartido en propaganda sin contenido pero enrollada a infalible acarreo, entrega de migajas y compra de votos.

Impedidos los principales protagonistas para organizar y operar comicios limpios, dan por cierto que basta y sobra engrasar con tinta imborrable el dedo de la mano como certificación de un proceso intachable donde autoridades, partidos, candidatos y medios informativos jamás observaron mapaches ni se toparon con delincuente electoral alguno lo cual, de haberse presentado, “todo el peso de la ley se desplomaría sobre el malhechor” mientras, los acusados, eufóricos celebran desde sus cuarteles sindicales charros, recintos partidistas u oficinas de funcionarios públicos las hazañas ejecutadas confiados en la inmundicia que los atrinchera y les otorga inmunidad.

Precisamente la deplorable y repetitiva película electorera guío el sentido común al hartazgo, hacia la repulsa del sufragio y el vínculo de estos con los políticos y sus partidos a quienes sin más soporte analítico enjuician de corruptos, demagogos y vividores de los recursos aportados por el pueblo al que apapachan en pedimento del voto y durante las campañas que ya concluidas no regresan, ni cumplen las promesas que de lengua maquinaron sino, para incalificable desgracia, incurren en menosprecio de sus electores.

De allí que por la falta de rigurosa tesis intuimos que los motivos y resultados (causa y efecto) que impulsan a la población a no concurrir ni tomar parte en las elecciones responden a la desconfianza, al pensar que se trata de algo teatral, de un espectáculo carente de contenido cuyo valor importa a las mafias usurpadoras del poder económico y político responsables del fraude, la corrupción e impunidad en todo referéndum o consulta: acusar que a México lo gobierna una dictadura perfecta es innegable.

Y aunque hoy y siempre la realidad ha sido objeto de lecturas discrepantes, lo cierto revela que en nuestro país la democracia participativa y representativa es un engaño, algo patético por su escasa ética u abundante inmoralidad como lo recién acontecido en Baja California donde la mafia gobernante bonillista, partidos aliados a dicha figura, munícipes y de forma destacada los diputados serviles llevaron hasta la cúspide de lo ilegitimo al de por si maltrecho sufragio efectivo y la no reelección. Él desprecio del PRImor al demandar cinco años para gobernar, en lugar de los dos autorizados por los electores, cubrió de lodo a los tramposos y de paso salpicaron a todos…

* El autor es diplomado en Periodismo por la UABC

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