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A dos años de la 4T

“Quienes más sufren en una crisis son quienes no jugaron ningún papel en generarla”.Joseph Stiglitz

El presidente Lopez Obrador cumple dos años como presidente de México. Con cuatro más por venir, el tiempo transcurrido a la fecha pudiera percibirse mas largo dados los cambios y controversias acontecidos durante el periodo transcurrido.

Primeramente, debe reconocerse a un presidente en ejercicio pleno del poder y las facultades que este infiere, con agenda de lunes a domingo, y con una aprobación y popularidad asombrosas dada la magnitud de problemas que vive el país.

La frontera en particular se ha visto beneficiada por un trato preferencial a través de decretos que disminuyen el IVA y el ISR bajo lineamientos particulares.

Sin embargo, los enormes problemas heredados, principalmente la corrupción e inseguridad, acompañada de un débil estado de derecho, siguen presentes y desafortunadamente sin mejora aparente.

A esta herencia se la han adicionado algunos de manufactura 4T, principalmente la crisis del COVID-19, donde decesos y contagiados se multiplican ante la inercia de acción federal, augurándose un crudo invierno seguramente extensivo hasta primavera, en conjunto con el impacto económico generado a millones de mexicanos.

Esta tormenta perfecta en salud inició previo al COVID, con el desmantelamiento del Seguro Popular y la creación del INSABI, acción que a la fecha ha dejado sin cobertura adecuada no solo a las víctimas de la pandemia sino a pacientes con diversos padecimientos como el cáncer.

El presidente había prometido que a estas fechas tendríamos un sistema de salud similar al de los países nórdicos, cuando en realidad estamos peor que al inicio de su mandato.

En seguridad y corrupción, igualmente vivimos una realidad peor que el sexenio anterior, donde los homicidios y delitos comunes en conjunto con la impunidad están al máximo. Las estrategias en esta materia no han funcionado y las apuestas del gobierno a la Guardia Nacional y la Fiscalía General de la República no terminan de arrancar y consolidarse.

Previo a la pandemia la economía cayó 0.1% en el 2019, y estará cerrando 2020 con otra disminución de 9%, la mayor contracción desde 1931. Si bien la caída económica es resultado de la pandemia, también lo es de la ausencia de políticas económicas contracíclicas para revertirla, donde la caída de México es mayor que la del resto del mundo.

En base a la ideología de la 4T y el argumento de eliminar el neoliberalismo, se ha orquestado un ataque sistemático contra instituciones que hasta el sexenio anterior se consideraban los pilares de la democracia, y cuando las cosas salen mal se argumenta que la razón de las críticas es porque se eliminan privilegios que el neoliberalismo permitía.

Paradójicamente, el máximo símbolo del neoliberalismo, el Tratado de Libre Comercio, fue afortunadamente renegociado, aunque con prerrogativas que benefician principalmente a EU.

Han transcurrido dos años donde pareciera que las prioridades son las obras insignias de la 4T, como el Tren Maya, la Refinería Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía, en conjunto con los programas sociales asistencialistas.

Bajo la consigna de trabajar con y por el pueblo, se han descuidado las pequeñas empresas, que son las principales generadoras de desarrollo y empleo en el país.

Resumiendo, México tiene un presidente disruptivo que está gobernando con un estilo diferente y particular. Sin embargo, el prometió un cambio al modelo neoliberal que trajera desarrollo e igualdad para todos, algo que no está sucediendo.

*- El autor es Presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Estado.

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